La República Dominicana falló en su intento de conquistar por tercera vez al hilo el cetro de la Serie del Caribe. En esta ocasión no pudo ser para ellos, a pesar de que estaban jugando en casa y tenían el apoyo de su gente.
Los Gigantes del Cibao, campeones de la LIDOM, dieron indicios desde el comienzo de un flojo desempeño ofensivo que probablemente nadie notó hasta que fue demasiado tarde.
Dominicana no bateó y por eso perdió
En el béisbol hay un viejo adagio que dice lo siguiente: “Al que no hace, le hacen”, y eso lo comprobaron de la peor forma los peloteros quisqueyanos al quedarse con las manos vacías en esta edición del clásico caribeño.
La escuadra de casa bateó a ratos, pero poco se habló de eso en los medios y tampoco en el propio terreno por parte de los protagonistas. A pesar de dominar el torneo desde el comienzo, algo no estaba bien con unos bates que debieron haber golpeado con mejor eficacia la pelota.
Condenados por la falta de bateo
Si analizamos detenidamente los scores de los 7 partidos que jugó Quisqueya en Santo Domingo 2022, notaremos que solo en 2 compromisos logró batear y fabricar carreras en buena proporción. Esos días fueron la jornada 3 cuando fabricaron 7 carreras ante la delegación de Panamá y el último día de la ronda regular, cuando anotaron 8 ante Venezuela.
Con todo y eso, Dominicana fue el equipo que más carreras hilvanó en la primera fase con 24, pero eso era una ilusión. 15 de las 24 carreras las labraron en 2 encuentros, mientras que en los demás la producción brilló por su ausencia.
Llegados a la fase final del torneo la situación no varió. Si no es por una histórica labor de 8 entradas perfectas del abridor Tyler Alexander, los Gigantes del Cibao difícilmente hubieran podido derrotar a los Charros de Jalisco (México).
¿Y qué pasó en la final? Fue una repetición de su primer enfrentamiento con Colombia en la fase regular. Maniatados por completo, limitados a 1 sola carrera y lo que es peor, sin trofeo de campeones.
Al final, una enfermedad que dio síntomas desde el primer día fue lo que terminó matando a la República Dominicana, un mal que pudo subsanarse con cambios tempranos pero que nadie notó: la falta de bateo.