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En la mente de muchos aficionados al tenis, la última imagen de Roger Federer en la pista sigue siendo vívida: la camiseta azul eléctrico empapada en sudor y lágrimas, mientras se despide con gracia y grandeza de un deporte que lo encumbró como leyenda viva. Sin embargo, más allá de ese último partido, el legado de Federer se extiende mucho más allá de los límites de cualquier cancha.

Federer siempre será recordado por su juego magistral, su sangre fría y su elegancia innata tanto dentro como fuera de la pista. Desde sus impecables atuendos blancos en Wimbledon hasta su estilo inconfundible en el US Open, Federer personificó la elegancia atemporal que evoca los días dorados del tenis.

Pero su influencia no se limita al mundo del deporte. Su colaboración con la marca de gafas de sol Oliver Peoples es un testimonio de su elegancia perdurable. Inspirado por el icónico estilo de James Bond, Federer busca no solo complementar cualquier actividad con sus diseños, sino también infundir un toque de sofisticación y precisión en cada aspecto de su vida.

Para Federer, la elegancia va más allá de la vestimenta; es una cualidad que se cultiva con la experiencia y la vida misma. A medida que reflexiona sobre su carrera y mira hacia el futuro, su compromiso con su fundación para apoyar programas educativos en África y Suiza demuestra que su legado trasciende el deporte.

Ahora, mientras disfruta de una nueva etapa de su vida, Federer se encuentra explorando nuevos horizontes, tanto en el ámbito personal como profesional. Aunque siempre extrañará el tenis, su partida fue una despedida digna de un verdadero campeón, dejando un legado de elegancia, gracia y generosidad que perdurará mucho más allá de su carrera en la cancha.