Cuando la segunda jornada de Roland Garros enfilaba su recta final, la noticia del abandono de Naomi Osaka retumbó por todo el complejo de Roland Garros. En realidad, por todo el planeta tenístico, puesto que su marcha del torneo pilló a todo el mundo a contrapié.

El día antes, la japonesa, ganadora de cuatro Grand Slams y uno de los iconos actuales del deporte internacional, había sido sancionada con 15.000 dólares de multa (12.300 euros) y amenazada con ser expulsada por la organización del grande parisino tras haber anunciado que no comparecería ante los periodistas por una cuestión de “salud mental”. Y cumplió. Después de derrotar a Patricia Maria Tig en la primera ronda, mantuvo el silencio que defendió a su llegada a París.

Este lunes, a través de un mensaje en sus redes sociales, Osaka (23 años) argumentó su salida de Roland Garros. “Esta no es una situación que yo había imaginado o que tenía intención de provocar. Creo que lo mejor para el torneo, el resto de los jugadores y mi propio bienestar es que me retire, para que todos puedan volver al tenis y centrarse en lo que está pasando en París”, introdujo.

“Nunca quise ser una distracción y acepto que el timing no fue el ideal, y que mi mensaje podría haber sido más claro. Lo que es más importante, nunca banalizaría con la salud mental o usar ese término de forma tan fácil.

La verdad es que he sufrido largos problemas de depresión desde el US Open 2018 y me está costando mucho lidiar con ello”, continuó en el comunicado la tenista, que en un primer mensaje, emitido el pasado día 26, había admitido que se encontraba ansiosa y vulnerable ante las críticas por su pobre rendimiento sobre tierra batida.

“Todo el que me conoce sabe que soy introvertida”, prosiguió, “y todo el que me ve en los torneos se habrá dado cuenta de que siempre llevo auriculares, porque me ayuda a lidiar con mi ansiedad social. Aunque la prensa de tenis siempre ha sido muy buena conmigo (y quiero disculparme con los buenos periodistas a los cuales he podido dañar), no soy una persona a la que le salga de forma natural hablar en público y me produce ansiedad antes de hablar con la prensa. Me pongo muy nerviosa y me estresa el intentar dar la mejor respuesta posible”.

Osaka, que tiene cuarto grandes en su expediente, pero ninguno de ellos logrado sobre arcilla —US Open de 2018 y 2020, y el Open de Australia de 2019 y este año—, esgrime que renunció a ofrecer las ruedas de prensa —obligatorias para los cabezas de serie, así como para todos los jugadores después de los partidos por una cuestión contractual— “porque pensé que lo mejor sería cuidar de mí misma y saltármelas. Lo comuniqué de forma tan preventiva porque siento que las reglas están muy desactualizadas, y quería señalar eso”.

La nipona, dos del mundo en la actualidad, no es la única tenista que estos días no ha cumplido con su obligación. Tampoco comparecieron ante los periodistas en la antesala del torneo la estadounidense Serena Williams (39 años) ni el suizo Roger Federer (39), sin que haya trascendido ninguna explicación, y en su día otras figuras como Venus Williams, Novak Djokovic o Andre Agassi protagonizaron plantes a los medios de comunicación.