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Wimbledon es el tercer Grand Slam, y para muchos, el mas importante, del circuito ATP de cada año después del Open de Australia y Roland Garros y antes del US Open. Un torneo mítico caracterizado por el blanco que visten los tenistas.
Desde su creación en 1877, convirtiéndose así en el torneo más antiguo del tenis, muchos han sido los ganadores destacando los tres con más grandes todavía en activo: Roger Federer (8), Novak Djokovic (6) y Rafa Nadal (2)
Otros nombres propios como la estadounidense de origen checoslovaco Martina Navrátilová, que posee el récord en la hierba del All England Lawn Tennis y Croquet Club ocho trofeos . La tenista americana Helen Wills tiene también ocho Rosewater Dish o Venus Rosewater, tal y como se conoce a la bandeja de plata que se entrega en el cuadro femenino a diferencia del trofeo de plata del masculino.
Sin embargo, si hay algo característico que distingue Wimbledon respecto al resto de Grand Slam además de la superficie de juego, es la norma para vestir de blanco de todos sus participantes
Precisamente, la primera vez que se disputó, el club que organiza el torneo citó a 22 tenistas masculinos. A pesar de todavía no tener nada oficial al respecto de la vestimenta, todos fueron de blanco ya que en esa época se identificaba a la gente que llevaba este color con las clases altas. Como añadido, ya empezaban a descubrir que la intensidad con la que se jugaba al tenis provocaba una sudoración excesiva. En una competición que se disputa en pleno verano -finales de junio y principios de julio- provocaba que no fuera pulcro ver manchas en la ropa, así como la forma en la que atraía menos el sol este tono.
De esta manera, en 1984, cuando se estrenara el lado femenino de Wimbledon, se aconsejaba el vestido largo blanco y sombrero del mismo color para ellas, y ya en los hombres convivía el pantalón largo y la camisa de este tono.
“Era del todo impensable que una mujer pudiera ser vista sudando”, afirmaba la escritora e historióloga Valerie Warren en su libro “Tennis Fashions: Over 125 years of Costume Change” sobre este detalle.
En 1963, Wimbledon cambió del consejo a imponer el blanco en las equipaciones de todos los tenistas, sin excepción. A partir de ese momento la obligatoriedad de ir vestidos de ese color ha convivido hasta la actualidad. En 1995, después de varias ediciones en las que las tonalidades de blanco de los protagonistas variaban un poco, la organización aplicó en su regla el ‘blanco puro’, no “crema o blanco sucio” como dicta la misma.
Ya en el Siglo XXI, concretamente en 2014, también se empezaron a considerar los accesorios como las muñequeras y gorras para llevar este tono inmaculado. Incluso las suelas de las zapatillas como la ropa íntima, en el caso de ser visible, debían cumplir esta acepción. Además, la norma específica asegura que sólo se puede utilizar una línea de color en el cuello o mangas que no debe superar el centímetro, del mismo modo que las marcas y logos de sus patrocinadores.
El blanco es por norma un color que gusta a casi todo el mundo pero siempre hay excepciones, como en el mundo del tenis. Uno de los primeros ‘rebeldes’ a esta norma de Wimbledon fue Andre Agassi, quien durante años se negó a usar esta tonalidad aunque finalmente aceptara estos términos y hasta ganara el torneo en 1992.
Roger Federer, tenista masculino, con más títulos en esta competición de superficie de juego hierba, también tuvo discrepancias por la suela de sus zapatillas de color naranja, que tuvo que cambiar para poder seguir compitiendo en éste el tercer Gran Slam del circuito ATP. En la edición de 2022 ha sorprendido el paletero colorido de Rafa Nadal, que puede haber iniciado una nueva cruzada en los reglamentos de este exigente club.