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Antes…que si la arrogancia o los egos de Mitchell, que si no pasaba el balón o miraba con cara de pocos amigos a Gobert, que si Salt Lake City era muy grande o que si no era del agrado de Quinn Snyder y está eso y aquello y lo otro y allí, en Utah, solo Donovan Mitchell sabía lo que estaba pasando, lo que pasó, lo que podría pasar.

Lo esencial es invisible a los ojos, está en Saramago, también en la poesía, en Rilke, en Ajmatova, en Samuel Beckett, en Whitman, en tantas y tantas historias y uno ve o veía a Mitchell así, con esas ínfulas solapadas y el aire de ser en extremo engreído, con esa mirada cargada de furia, de una furia contenida que es la de él, la de tantos afroamericanos hoy, ayer, el siglo pasado, en el XIX y al escrudiñar un poco más siquiera en su historia, notamos que tal vez la causa de todo está ahí, en su condición.

Mitchell debió triunfar con los Jazz, allá en Utah y desde su llegada a Salt Lake City en 2017, se construyó un proyecto que a todas luces pintaba para ser un proyecto ganador, Donovan Mitchell, Rudy Gobert, Mike Conley y el mencionado coach Quinn Snyder, estaba la idea y los buenos jugadores, pero el proyecto nunca cogió forma, jamás se concretó.

Después…

Hoy, con Mitchell siendo el artífice del ilusionante presente de los Cleveland Cavaliers, cuando el elenco de Ohío sueña con playoffs otra vez y esa marca de 21-11 al momento de escribir texto traduce a las claras que seis años después de aquella corona en 2016, la perspectiva es igual de seria, hoy la perspectiva es diferente, bien diferente, diría.

Cuatro mes antes, a comienzos de septiembre último, la llegada de Donovan Mitchell a Cleveland ponía fin a la película que hilvanaba una trama de crisis total en los Jazz; Gobert vs Mitchell, Gobert vs Snyder, Snyder vs Gobert y Mitchell y todos; al final se fue Quinn Snyder, se fue Gobert y también Mitchell y en Utah con Will Hardy se teje una interesante historia, una nueva y ya pocos o casi nadie se acuerda de lo que pasaba en verano, sin embargo, en estos días finales de 2022, Donovan Mitchell decidió dar su visión de los acontecimientos y fue algo en extremo chocante…

La perspectiva de Mitchell

En una entrevista concedida al periodista, Marc Spears de Andscape de ESPN, Mitchell contó los conflictos que vivió en Utah más allá de la cancha por cuestiones de discriminación racial.

Desde un senador, Stuart Adams, quien lo convidó a educarse más sobre su historia como negro, hasta las críticas abiertas de la propia afición e incluso una situación con la policía, donde debió enseñar el documento de identidad pues llegó al punto de casi ser detenido, simplemente por ser negro.

Pasó, todo eso y no es nuevo, eso es real, recuerda Marca que, por situaciones similares allí mismo en Utah, por situaciones así han pasado hombres como Dwane Wade, Russell Westbrook y Ja Morant, pero quizás con Mitchell después de toda la novela que se escribió sobre él y Gobert, sobre él y los Jazz, escucharlo hablar de esta manera, rompe por completo el guion.

Niños negros siendo intimidados por ser negros, una niña, Isabella Tichenor, ahorcándose porque no pudo soportar el acoso y él, también en el ojo de la tormenta desde la burbuja en 2020, llegando hasta ser increpado porque no le pasaba lo suficiente a Rudy Gobert.

Sobre su relación con el francés, Mitchell señaló que todo se exageró y si bien no son grandes amigos o por el estilo, se aguantan- simplemente el baloncesto no funcionó- precisó Donnovan a ESPN.

La historia dentro de la Historia

Es la historia de Donovan Mitchell, la misma de La cabaña del tío Tom, de Doce años de esclavitud o El color púrpura, historias de siglos de abuso y atropello, historias que hoy ni la razón de la sinrazón nos permite entender, pero están ahí.

Hace unos días, en el reencuentro con los Jazz, Mitchell cargó con la ofensiva de los Cavaliers en la victoria 120-99. Como ha sido habitual, 23 cartones y se habló de revancha, era obvio, podía ser, puede ser, el beneficio de la duda te da para pensar en ello, como quiera en su mente solo está disfrutar el presente, su nueva realidad, la libertad de ser él, sin ataduras, allí en Cleveland, siendo él y teniendo al baloncesto.

Antes eran los egos de Donovan Mitchell, hoy, es el respeto por Donovan Mitchell.