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El reciente aplazamiento del esperado partido entre los equipos Bameso y Mauricio Báez, que tendría lugar en el Torneo de Baloncesto Superior del Distrito (TBS Distrito), no solo fue una sorpresa para los fanáticos, sino que también desnudó una serie de problemas que van más allá de una simple suspensión por condiciones climáticas adversas. La saturación de la cancha, la falta de control sobre el público y las fallas en el sistema de climatización reflejan una debilidad estructural en la planificación de eventos deportivos de alto calibre. A medida que el baloncesto dominicano crece en popularidad y el nivel de competencia aumenta, también crecen las expectativas de los fanáticos y de los mismos organizadores. ¿Qué está fallando y qué podemos aprender de este incidente?
Más allá de lo inmediato: ¿Organización o improvisación?
El torneo de la Abadina ha venido ganando relevancia año tras año, y con ello la responsabilidad de los organizadores de estar a la altura de las circunstancias. La suspensión del partido por las pésimas condiciones del tabloncillo, debido a la humedad y al mal funcionamiento del sistema de climatización, pone en el centro del debate la calidad de la infraestructura deportiva en el país y el manejo logístico de eventos multitudinarios.
Lo que debería haber sido una fiesta del baloncesto terminó en una serie de incidentes que van desde el descontento de los asistentes hasta el uso de bombas lacrimógenas para contener a una multitud que no podía acceder al recinto. Esto no es solo una falla puntual; es un reflejo de cómo, en muchas ocasiones, la infraestructura y organización no están a la altura de la creciente demanda del público.
Si bien es común que el baloncesto genere pasiones y aglomere grandes cantidades de personas, lo que sucedió el pasado domingo fue un ejemplo claro de falta de previsión. Las quejas recurrentes sobre la incapacidad de la climatización y la sobresaturación del recinto indican que no se tomaron las medidas necesarias para garantizar la seguridad y el disfrute de los presentes. ¿Cómo es posible que en un torneo de tal magnitud no se considere con antelación un sistema adecuado de ventilación?
¿Ganancias a costa del caos?
El hecho de que la cancha estuviera “sobresaturada” plantea una cuestión de fondo. En la búsqueda por maximizar ganancias, a menudo se olvida el bienestar del espectador y de los propios jugadores. Vender más boletos de los que la instalación puede soportar no solo genera incomodidad, sino que también pone en riesgo la integridad física de quienes están presentes. No es la primera vez que se reportan problemas de este tipo en eventos deportivos del país, y es probable que no sea la última si no se toman las medidas adecuadas.
La falta de un control riguroso sobre el aforo es solo una parte del problema. El uso de bombas lacrimógenas por parte de las fuerzas del orden para dispersar a los fanáticos que intentaban entrar al recinto no solo fue una respuesta desproporcionada, sino que también empeoró la situación. ¿Es esta la manera en que se debe manejar una situación en un evento familiar? En lugar de garantizar una experiencia positiva para los asistentes, lo que ocurrió fue un ejemplo de cómo no gestionar un evento deportivo de alto perfil.
La imagen del baloncesto en juego: ¿Qué hay que mejorar?
Este tipo de incidentes no solo afecta a los fanáticos, sino que también perjudica la imagen del baloncesto en el país. Los jugadores, que son los principales protagonistas, se ven afectados por las condiciones inadecuadas para competir. En una liga que aspira a posicionarse como una de las mejores de la región, estos fallos organizativos son inadmisibles.
Además, esto plantea un reto para las autoridades deportivas. La Abadina, como ente rector, debe aprender de este incidente y asegurarse de que no se repita. No se trata solo de evitar futuras suspensiones, sino de ofrecer un espectáculo digno de la pasión que genera el baloncesto en la República Dominicana. El crecimiento del deporte en el país debe ir acompañado de una mejora en la infraestructura y en la gestión de los eventos. De lo contrario, se corre el riesgo de perder credibilidad ante los fanáticos y los propios jugadores.
El baloncesto dominicano merece más
El incidente entre Bameso y Mauricio Báez es un llamado de atención para todos los involucrados en el desarrollo del baloncesto en el país. No se puede seguir improvisando cuando las expectativas son tan altas y el nivel de competencia crece cada día. Los organizadores deben estar a la altura de la pasión de los fanáticos y de la calidad de los jugadores.
El baloncesto en la República Dominicana ha demostrado ser más que un simple entretenimiento; es una expresión de la cultura y el espíritu competitivo del país. Pero para que este deporte siga creciendo y alcanzando nuevas alturas, es necesario que la organización de los eventos esté a la altura de su popularidad. De lo contrario, lo que debería ser una fiesta deportiva se convertirá en un caos innecesario que afecta a todos los involucrados.