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En una noche cargada de emociones, los Leones del Escogido se alzaron con el campeonato tras derrotar a los Tigres del Licey 6-5 en el séptimo y decisivo partido de la final de la LIDOM 2024-2025. Sin embargo, más allá del épico cuadrangular de Junior Caminero en el noveno episodio que selló la victoria para los escarlatas, el juego quedó marcado por una decisión estratégica que probablemente inclinó la balanza en favor de los melenudos.
La jugada que definió más que una entrada
En el séptimo inning, con el marcador empatado y el Licey buscando tomar la delantera, el dirigente azul, Gilbert Gómez, decidió sustituir al estelar Harold Ramírez, el mejor bateador del torneo, por el corredor emergente Yamal Encarnación. La intención era clara: aprovechar la velocidad de Encarnación para intentar forzar una jugada ofensiva que pusiera al Licey en ventaja. Pero la ejecución de esta estrategia resultó ser un movimiento prematuro, que dejó al equipo sin su bate más confiable en el momento decisivo.
Ramírez había demostrado ser fundamental en el esquema ofensivo del Licey durante toda la temporada, acumulando hits oportunos y siendo una amenaza constante en el plato. Sin embargo, al ser retirado del juego, los Tigres perdieron su arma más potente justo cuando las circunstancias demandaban su presencia.
El desenlace que puso en evidencia el error
La ausencia de Ramírez fue notoria en la parte baja del noveno inning, cuando el turno más crucial del partido recaía en un bateador menos efectivo. Fue ahí donde se sintió el vacío dejado por el sacrificado slugger, quien probablemente habría sido el encargado de darle a los azules la chispa ofensiva que necesitaban para contrarestar el cuadrangular histórico de Caminero que les arrebató la corona.
La apuesta por Encarnación como corredor emergente, aunque válida desde un punto de vista táctico en situaciones normales, se mostró fuera de lugar en un escenario tan decisivo. La velocidad no tuvo impacto en la jugada, y el Licey se quedó sin la capacidad de respuesta ofensiva que tanto necesitaba en los momentos finales.
¿Un error que pudo evitarse?
En retrospectiva, la decisión de sacar a Ramírez se siente como un acto de desesperación más que de estrategia calculada. Quedaban al menos dos entradas completas por jugar, y el partido estaba aún al alcance para ambos equipos. La presencia de Ramírez en el lineup no solo ofrecía poder en el bate, sino también una amenaza psicológica para los lanzadores rivales. Su ausencia facilitó la tarea para el cuerpo de relevo de los Leones, quienes manejaron la situación con mayor soltura tras su salida. Sin mencionar que Ramírez ni siquiera es un corredor deficiente.
La lección de un movimiento apresurado
El béisbol, como la vida, es un deporte de decisiones. Algunas pueden parecer brillantes en el momento, pero terminan revelándose como costosos errores con el paso de las jugadas. La decisión de Gómez de sustituir a Ramírez será recordada como uno de esos momentos que definieron no solo un juego, sino toda una serie. El Licey, que peleó con valentía hasta el final, no logró recuperarse del impacto que supuso perder a su mejor bate en el momento más importante de la temporada.
Mientras los Leones del Escogido celebran su 17.ª corona, el Licey deberá reflexionar sobre las decisiones que le dejaron tan cerca, pero a la vez tan lejos de la gloria. Una cosa es segura: en el béisbol, como en la estrategia, a veces lo mejor es confiar en lo que ya ha probado ser efectivo. Y Harold Ramírez lo había sido toda la temporada.