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En los intrincados entresijos del béisbol profesional, las relaciones personales pueden ser tan importantes como las estadísticas de un jugador. Este fue el caso cuando Omar Minaya, asesor principal de los Yankees y ex gerente general de los Mets y los Expos.

La historia de esta negociación se remonta a los días en que Minaya trabajaba como asistente del gerente general de los Mets. Fue entonces cuando se encontró con un joven pasante de los Filis llamado A.J. Preller. La relación entre Minaya y Preller, alimentada por su mutuo amor por el béisbol y sus raíces en la ciudad de Nueva York, se mantuvo y se fortaleció a lo largo de los años.

Cuando Preller ascendió al cargo de gerente general de los Padres en 2014, Minaya ya tenía una relación sólida con él. Esta conexión se convirtió en un activo invaluable cuando los Yankees expresaron interés en adquirir a Juan Soto, quien estaba bajo el mando de Preller en los Padres.

Minaya, conocido por su habilidad para tejer relaciones y su profundo conocimiento del juego, fue designado por Brian Cashman, gerente general de los Yankees, para iniciar las conversaciones con Preller. Su experiencia previa con Preller y su reputación como un evaluador respetado en la comunidad del béisbol lo convirtieron en la elección natural para esta tarea crucial.

Las conversaciones entre Minaya y Preller sentaron las bases para el eventual acuerdo entre los Yankees y los Padres. La relación de confianza entre ambos gerentes generales allanó el camino para que Soto llegara a los Yankees, un movimiento estratégico para reforzar su roster de jardines.

Este episodio destaca cómo las relaciones personales y la red de contactos pueden influir en el mundo del béisbol profesional, donde cada movimiento estratégico puede marcar la diferencia en el campo de juego. En última instancia, la colaboración entre Minaya y Preller fue fundamental para dar forma al destino de Juan Soto y los Yankees en el panorama del béisbol.

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