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La serie de exhibición Titanes del Caribe entre los eternos rivales del béisbol dominicano, Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas, ha sido cualquier cosa menos sencilla. A pocos días de que ambos equipos viajen a San Juan, Puerto Rico, para completar los partidos suspendidos en noviembre, un nuevo inconveniente obligó a los organizadores a realizar un desembolso adicional de US$35,800 para ajustar el horario del vuelo de los equipos.

Este episodio no solo pone en evidencia los retos logísticos de organizar eventos internacionales, sino también las tensiones entre las partes involucradas y el costo de mantener vivo un espectáculo que promete más allá del terreno de juego.

El conflicto: entre contratos y amenazas

El detonante del más reciente conflicto fue el cambio de horario del vuelo que llevaría a Licey y Águilas a Puerto Rico. El itinerario, inicialmente programado para las 8:00 a.m., generó el descontento del equipo azul, que amenazó con no viajar si no se ajustaba la salida a las 11:00 a.m.

Este reclamo derivó en una negociación tensa, que culminó con el pago de más de dos millones de pesos dominicanos (US$35,800) por parte de Latin Events, organizador de la serie. Este monto se destinó a Sky High Dominicana, la aerolínea encargada del traslado, como compensación por el cambio de horario.

El jueves, la situación se tornó aún más delicada cuando el presidente del Licey, Ricardo Ravelo, anunció públicamente que el equipo no viajaría. En respuesta, el abogado de Latin Events, Julio Cury, advirtió que incumplir el contrato expondría al equipo a una demanda en los tribunales de Estados Unidos.

 ¿Quién paga el precio del espectáculo?

Este episodio plantea preguntas sobre la viabilidad de organizar series internacionales de exhibición y la relación entre los equipos, la liga y los promotores.

Por un lado, Latin Events asumió un riesgo considerable al organizar la serie, que ya enfrentaba problemas tras la suspensión de dos de los tres partidos previstos en Nueva York. El intento de trasladar el espectáculo a Puerto Rico parecía una forma de rescatar el evento y evitar mayores pérdidas, pero la resistencia del Licey complicó aún más las cosas.

Por otro lado, la postura del equipo añil refleja las tensiones internas en la planificación de estos eventos. Si bien es comprensible que los jugadores y el cuerpo técnico busquen condiciones más favorables para su traslado, la amenaza de no cumplir el contrato generó incertidumbre tanto para los organizadores como para los aficionados.

Impacto en los fanáticos y en la imagen de la Lidom

La incertidumbre también afectó a los fanáticos que esperaban los partidos. Durante el viernes, la boletería del estadio Hiram Bithorn y las plataformas digitales de venta de entradas detuvieron su servicio ante el temor de una posible cancelación. Esto dañó la experiencia del público y proyectó una imagen de improvisación por parte de los organizadores y equipos.

Además, este conflicto pone a la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (Lidom) en una posición incómoda. Aunque la Lidom logró emitir un comunicado asegurando que los equipos viajarían, el episodio evidencia la falta de coordinación entre los actores involucrados y el impacto que esto tiene en la credibilidad del béisbol dominicano como producto internacional.

Un espectáculo que trasciende el béisbol

A pesar de los contratiempos, los partidos en Puerto Rico prometen un espectáculo que va más allá del juego. Con entradas que oscilan entre US$30 y US$200, el evento incluye presentaciones musicales de artistas como Toño Rosario, Elvis Crespo y DJ Adoni. Esto refuerza la idea de que la serie Titanes del Caribe no solo busca atraer a los fanáticos del béisbol, sino también a un público más amplio interesado en la cultura y el entretenimiento caribeño.

Una lección para el futuro

El episodio del pago adicional para que el Licey viajara a Puerto Rico deja importantes lecciones para los organizadores y equipos. La falta de planificación y comunicación puede poner en riesgo eventos que buscan expandir el alcance del béisbol dominicano más allá de sus fronteras.

Si bien los aficionados podrán disfrutar de los partidos y las actividades programadas en Puerto Rico, es evidente que el precio de este espectáculo no solo se mide en dólares, sino también en tensiones y posibles daños a la reputación del deporte dominicano. Para el futuro, será crucial que todos los actores trabajen de manera coordinada para garantizar que el béisbol profesional pueda brillar en cualquier escenario.