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La figura de Albert Pujols, leyenda indiscutible del béisbol, siempre genera debate, y su incursión como dirigente de los Leones del Escogido no ha sido la excepción. En un contexto marcado por altibajos deportivos, Luis Rojas, gerente general del equipo, ha dejado claro que la dirección del equipo se encuentra completamente en manos de Pujols, defendiendo su autonomía incluso durante una temporada llena de desafíos. Pero, ¿es esta estrategia un símbolo de confianza en su liderazgo o un riesgo que el equipo no puede permitirse?
La apuesta por la autonomía total
En palabras de Rojas, el Escogido opera bajo una estructura donde las funciones están claramente delimitadas. “El lineup lo hace Albert. Las 47 alineaciones que se han hecho del equipo las ha hecho él. Los planes de pitcheo los ha hecho él”, subrayó. Según el gerente, esta independencia no solo refuerza la confianza en Pujols como estratega, sino que también respalda la tradición del equipo de respetar las áreas de trabajo.
Sin embargo, esta filosofía se ha puesto a prueba en un diciembre caótico, donde los escarlatas sufrieron una racha de ocho derrotas consecutivas y un registro alarmante de 25 derrotas en 31 juegos entre noviembre y diciembre. En medio de este panorama desolador, la posición de Rojas es clara: no se trata de interferir, sino de respaldar.
¿Un enfoque necesario o una carga excesiva?
La independencia del dirigente, en teoría, es ideal para fomentar la creatividad y la responsabilidad, pero en la práctica puede convertirse en un arma de doble filo. Aunque Rojas destacó que Pujols “se ha manejado bastante bien” y mantiene una buena relación con los jugadores, las estadísticas del equipo evidencian un rendimiento que deja mucho que desear.
Es aquí donde surge el debate: ¿debe un equipo permitir que un dirigente, incluso alguien con la trayectoria de Pujols, tenga carta blanca en momentos de crisis? O, por el contrario, ¿es necesario que la gerencia intervenga para corregir el rumbo cuando los resultados no llegan?
El peso de la historia y la cultura organizacional
Rojas no solo habla desde su rol actual, sino también desde su experiencia como exdirigente de los Leones. Bajo su mando, el Escogido ganó su último campeonato en la temporada 2015-2016, y asegura que en su época nunca sintió imposiciones. Este respeto por la autonomía es una tradición en la franquicia, pero ¿puede mantenerse en un entorno competitivo que no perdona los errores?
Rojas insiste en que la gerencia se limita a “presentar la estructura del equipo”, compartiendo información sobre perfiles de jugadores y estrategias generales. Sin embargo, las decisiones finales siempre han recaído sobre el dirigente.
Albert Pujols: más que un dirigente, una figura mediática
Es imposible ignorar que Pujols trae consigo un peso simbólico. Su nombre no solo llena estadios, sino que también otorga al Escogido una visibilidad que pocos equipos pueden igualar. Pero la dirección de un equipo va más allá del prestigio; se trata de obtener resultados.
El legado de Pujols como jugador es incuestionable, pero como dirigente está apenas comenzando a escribirse. Su enfoque ha sido criticado por algunos, mientras que otros lo ven como un ejemplo de paciencia y dedicación en tiempos difíciles.
¿Se justifica el respeto absoluto?
Con los Leones aún luchando por asegurar un puesto en el round robin, la presión está en su punto máximo. El enfoque de “confianza absoluta” en el dirigente puede ser loable, pero si no se traduce en resultados, podría ser visto como una debilidad en la gestión del equipo.
Para Pujols, estos partidos restantes representan no solo una oportunidad de redimir la temporada, sino también de justificar la fe que la gerencia ha depositado en él. Para Rojas y la franquicia, el tiempo dirá si esta política de autonomía incondicional puede sostenerse en un deporte donde los números mandan.
En última instancia, la apuesta del Escogido por confiar plenamente en su dirigente refleja una filosofía organizacional única en la LIDOM. Pero como toda estrategia en el deporte, está sujeta a los implacables juicios del terreno de juego y de la afición. Si los Leones logran revertir su suerte, esta decisión será celebrada como un ejemplo de visión y confianza. Si no, podría ser vista como una de las mayores oportunidades desperdiciadas en la historia reciente del béisbol dominicano.