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Habían pasado 86 años y ese día hace ya casi dos décadas, todo pintaba para que la maldición siguiera perpetuándose en el tiempo, al menos por otra temporada más.

Fue el domingo 17 de octubre de 2004 y tal como reseña MLB.com, allá en Massachussets, un editorial de The Boston Globe lo resumía todo: – “…Aquí estamos. Por 86to otoño consecutivo, los Medias Rojas no van a ganar la Serie Mundial…”

Antecedentes

Así era, desde 1918, el año en que acabó la Primera Guerra Mundial, desde entonces, el elenco de Fenway Park no alzaba la corona en el béisbol de Grandes Ligas; habían quedado a las puertas en varias oportunidades, como en 1986, cuando acabaron cediendo en siete juegos ante los Mets, pero hasta ahí, el halo trágico seguía expandiéndose.

Ese domingo del que hablamos, los Yankees de Nueva York estaban a 27 outs de volver a imponer su casta y regresar a discutir el título en Las Mayores.

En la memoria estaba bien fresco el recuerdo de aquel mítico batazo de Aaron Boone para definir la Serie de Campeonato contra Boston en 2003 y los hechos apuntaban a que la venganza de los Medias Rojas debería esperar.

La acción

Los Mulos lograron imponer su clase en los tres primeros partidos, castigando al mismo Curt Schilling en el juego 1, dejando sin opciones a Pedro Martínez en el segundo y protagonizando una auténtica masacre de 19-8 en el tercer desafío.

De esa manera se dieron los acontecimientos y ese domingo en el cierre del noveno inning, cuando Mariano Rivera subió a la lomita con el marcador 4-3 favorable a los Bombarderos, el silencio en el estadio era sepulcral, como si de un entierro se tratase, sin embargo, minutos después, luego de que Dave Roberts se robara segunda base y Bill Mueller le pegara imparable al legendario panameño para igualar, la ilusión volvía a renacer.

Todo cambió

Aquel fue un giro radical, la génesis de una épica nunca antes vista en el universo beisbolero y entradas más tarde, en el capítulo 12, cuando David Ortiz la sacó del parque para definir, la sensación era que la narrativa había cambiado y esa vez, sería para siempre.

Los Medias Rojas ganaron en 14 entradas el  quinto partido, una vez más con David Ortiz vistiéndose de héroe y en el regreso al Yankee Stadium, reapareció Schilling con el tendón cocido a último momento y mientras la gente miraba su media ensangrentada, el veterano cobrar revancha de lo ocurrido en el juego 1.

El juego siete fue historia, con Derek Lowe y Johnny Damon siendo figuras y el resultado de 10-3 fue el cierre ideal para tan memorable hazaña.

La gesta

Boston regresó a la Serie Mundial y en cuatro encuentros, los dirigidos por el enigmático Terry Francona despacharon con solvencia a los Cardenales de San Luis, poniendo fin de ese modo a casi un siglo de cruenta agonía.

Hoy todavía se habla de aquella gesta y muchos consideran que es el gran suceso del béisbol al menos en el presente siglo, otros van más allá y dicen que de la historia, como quiera, desde ese 2004, año tras año, es casi una obligación el hacer referencia a lo que ocurrió aquel domingo 17 de octubre, hace casi dos décadas.