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Era el lugar perfecto para darle forma a una gesta de esa dimensión. El lugar perfecto y un momento también perfecto para guardar en los libros. Allá en el Tokyo Dome, una de las catedrales sagradas del béisbol a escala global, durante la segunda jornada del quinto Clásico Mundial,  llegó la primera gran sorpresa de este certamen.

La fanaticada presente en el majestuoso recinto de la capital japonesa fue testigo de una apretada pero contundente victoria del combinado de Australia ante su similar de Corea del Sur, con pizarra de 8-7, en un partido que abrió las cortinas del grupo B en la presente edición del máximo certamen beisbolero a nivel de selecciones.

De leyenda

Como lo lee, en un duelo que se tornaba predecible, como otro de esos en los que el guion del mismo bien podría estar escrito de antemano, en un duelo de estas características, cuando nadie apostaba un duro siquiera por los “canguros”, estos decidieron tomar la iniciativa y cambiar la historia y así sucedió:

En el comienzo y durante los primeros tres innings el desafío transitaba por un cauce normal, con un pleno dominio de los lanzadores, Jack O Loughlin por Australia y Y. Ko por el seleccionado asiático.

Ya en principio de la cuarta entrada, los australianos abrieron el marcador, gracias a un elevado de sacrificio de Logan Wade y minutos después, el experimentado Tim Kennelly silenciaba las tribunas con soberbio cuadrangular por todo el jardín izquierdo, poniendo en la pizarra en marcador momentáneo de 2-0.

La incertidumbre comenzó a marcar el semblante de los surcoreanos, con más veras luego de que el mencionado O Loughlin junto a Mitch Neunborn  trabajaran de modo impecable hasta la quinta entrada.

La respuesta coreana

En ese instante, el conjuro parecía difuminarse, pues los subcampeones del torneo en 2009 lograron conectarle con solidez al pitcheo de Australia, fabricando tres carreras, gracias a un vuelacercas Euiji Yang y en el sexto, un doblete del estelar B. Ho Park aumentó la diferencia a 2 carreras.

A pesar de que los breaks comenzaban a romperle en contra, la escuadra australiana no se amilanó y con otros dos batazos de vuelta completa, hilvanaron una producción  decisiva de 6 carreras para revertir el posible resultado de este juego y al mismo tiempo sentenciar las acciones.

Cabe resaltar que Corea intentó remontar en los finales, pero el relevista Josh Guyer logró contener el ímpetu de un equipo que dejó muchas interrogantes en el diamante a pesar de contar con el favoritismo de buena parte de los entendidos.

De igual modo, resulta válido acotar que esta fue apenas la tercera victoria de Australia en Clásicos Mundiales, pero sin dudas una victoria que a la larga, bien puede valer un histórico pase a segunda ronda…habría que ver.