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El 30 de mayo de 1991 acababa todo, habían sido 72 años o siete décadas o tres cuartos de siglo, como sea, todo cabe para referirnos al compendio de una existencia marcada por un ritmo vertiginoso y algunos incluso agregarían, atroz.
Unos lo comparaban con Clark Gable, aquel actor icónico de los años 40 y 50 del pasado siglo, el mismo que protagonizó a Rhett Butler en lo que El viento se llevó, otros con uno de esos empresarios salidos de la pluma de Theodore Dreiser o Sinclair Lewis, pero Walter Dilbeck tenía su propio sello.
Narra Sport Ilustrated que Dilbeck había peleado en la Segunda Guerra Mundial, siendo condecorado con varias de las distinciones importantes que otorga el Ejército de Estados Unidos, como la Estrella de Bronce y el Corazón Púrpura.
La personalidad
Era uno de esos héroes clásicos que emergieron con el final de la contienda, los mismos que describe Norman Mailer en Los desnudos y los muertos, era así y él se lo creyó, salió a comerse al mundo con excesiva ambición y muy pocos escrúpulos.
Dilbeck se dedicó al negocio inmobiliario allá en Evansville, Indiana y tuvo algo de éxito, llegando a adentrarse hasta en el contexto de la política, pero tal como lo cuenta Sporting News, siempre fracasó en los intentos de erigirse como alcalde.
En medio de esa dinámica llegaron los años 60 y aquel héroe de guerra de 1945 se acercaba a los 50 mucho más ambicioso que antes.
La oportunidad soñada para Dilbeck
El contexto era el ideal para un innovador como Dilbeck; la Guerra de Vietnam, el movimiento por los derechos civiles, los Kennedy, Marilyn Monroe, Truman Capote, a Sangre Fría y también el béisbol, la idea del cambio por doquier, como parte del imaginario popular que en aquellos tiempos marcaban la pauta.
Precisamente en él béisbol, Dilbeck encontró el móvil que buscaba para tratar de canalizar esas ambiciones de las que hablamos y en 1966, un 21 de octubre para ser exacto, tal como lo recoge el Baseball Research Journal, anunció un plan para fundar una nueva liga de béisbol, la misma que se llamaría Liga Global e intentaría pugnar con ambos circuitos de Grandes Ligas.
En aquella fecha que mencionamos, representantes de 14 ciudades se reunieron para adoptar los estatutos de la nueva competición y la idea parecía comenzar a tomar forma, con perspectivas incluso de llegar al Caribe y hasta Filipinas y Japón, pero sin buenos jugadores a disposición, además de que no contaban para ese entonces con el visto bueno del Comisionado William Eckert, para 1967, el proyecto había desaparecido.
No desistió
Sin embargo, Dilbeck no desistiría en su empeño, tenía facilidad de palabra y en 1968, con Lyndon Johnson en la Casa Blanca reaviva sus aspiraciones, logra créditos bancarios, gana buenos inversores, como el reconocido Howard Hughes de Sports Network, hasta el futuro presidente Ronald Reagan se inmiscuyó en el plan.
Había dinero de por medio; Bob Addie del Washington Post habló de jugosos contratos cercanos a los 500000 dólares, ofrecidos a un grupo de estelares entre los que descollaban Juan Marichal, Roberto Clemente, Don Drysdale y Ron Santo.
Auge y caída
Para abril de 1969 era un hecho, se cuenta que cerca de 150 jugadores se presentaron a los campos de entrenamiento de Florida, bajo la dirección de Enos Slaughter y Johny Mize, mientras que en Caracas, San Juan y Tokyo, acaeció algo similar, con figuras de renombre al frente, tales como el venezolano “Chico” Carrasquel, el japonés Toru Mori y el boricua Rubén Gómez.
Todo comenzó en abril, un 24 y al mes las agencias de noticias como AP hablaban de problemas financieros, de peloteros varados en hoteles, casi a punto de ser expulsados por no pagar las cuentas.
Fue efímero, aquel sueño de Walter Dilbeck, duró bien poco, eso, unas tres semanas, sin el apoyo las Grandes Ligas, sin buenos jugadores, sin respaldo económico, el sueño se desmoronó en abrir y cerrar de ojos.
El final
Llegaron juicios, el misterioso empresario fue llevado a una treintena de procesos, salió bien de todos, pero su huella se disipó hasta que a comienzos de los 80 se declara en banca rota, ya afectado por problemas cardíacos, el hombre que intentó cambiar el béisbol fracasaba estruendosamente.
De Hollywood, una trama digna de una película y nunca se ha escrito un guion para la misma, seguro se hará, la historia de Walter Dilbeck se pinta sola para esto.
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