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Este año Los esports dieron a entender el gran paradigma del entretenimiento que representan. Con números que superan a los ya establecidos y con un crecimiento desenfrenado cada año, parecía que eran la apuesta segura en el mercado del espectáculo. Lamentablemente en la gran mayoría de los casos, los equipos no han sabido lograr retorno alguno de la inversión y no se vislumbra un faro de luz sostenible dada la naturaleza del negocio como tal.

Esto ha dado paso a lo que muchos llaman “el invierno de los deportes electrónicos”. Una forma de nombrar la recesión de la industria para explorar, cuál es el camino que nos llevará a la tierra prometida de la sostenibilidad para las escuadras de las diferentes disciplinas.

Entre los problemas principales del esquema actual de equipos de esports se citan: la falta de contenido de valor por parte de los equipos, la falta de monetización efectiva de la audiencia que crece cada día más y el peor de todos; lo insuficiente de los prizepools de las competiciones. Son algunos de los factores que a nivel mundial han lanzado el botón de alerta sobre los rentable de tener un equipo de esports.

Pero Latam juega en otra liga y aquí hay otros factores que ayudan al detrimento del negocio; si es que en algún momento se pensó en una plantilla como negocio. El principal problema es que no se tiene clara la idea de negocio; la mayoría de los equipos, ven esto como un hooby y a sabiendas de esto no se piensa en como retornará el dinero. Esto lleva a que no se tenga una idea clara de conceptos básicos de cualquier negocio: captación de fanáticos, fidelidad, desarrollo de la marca, posicionamiento, márketing y ventas. De hecho la gran mayoría ni siquiera tiene un manejo decente de redes sociales y comunidades, algo determinante en estos días.

Sobre todo esto cae la cereza del pastel: la inflación salarial. En los últimos años se comenta que los equipos pagaron sumas astronómicas a jugadores de hasta US$16,000.00 por un split de segunda división (3 meses de juego). Cuando los premios de los torneos no pasaban de USD15 – USD20k la mayoría de equipos gastaban más del doble de esa suma en “jugadores profesionales” a los cuales, ni siquiera se les sacaba provecho alguno a nivel de Branding o creación de contenido. Los equipos eran un barril sin fondo a la espera de que por ganar el dinero les cayera del cielo.

Salvó algunas excepciones, pareciera que en Latam los equipos nunca pensaron en inversión, solo en gastos. No tener un plan claro de negocio, ni la estructura de marketing y pagar hasta 5 veces lo del premio en el sueldos de jugadores.

Lo bueno es que todo esto obliga a un cambio y ver las opciones de cara a hacer más viable y sostenible el ecosistema, ahora le toca a los dueños de equipo tomar las decisiones correctas. Pero que quede claro; en Latam el invierno no vino, siempre ha estado aquí.