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En un vibrante duelo de octavos de final de la Eurocopa, Turquía se impuso a Austria con una combinación de genialidad y resiliencia. El partido comenzó con un destello de magia de Arda Güler, cuya precisa ejecución de un córner venenoso al área chica provocó un error de Baumgartner. Merih Demiral aprovechó la confusión y fusiló a Pentz, estableciendo un 1-0 para Turquía en el primer minuto de juego.

Este gol tempranero desbarató cualquier estrategia previa y dejó a Austria desorientada. El técnico Vincenzo Montella adoptó entonces una táctica defensiva, reforzando la zaga y confiando en la creatividad ofensiva de Yildiz, Yilmaz y, principalmente, Güler. Aunque no es el equipo más vistoso, Turquía demostró tener alma y corazón, suficiente para avanzar a los cuartos de final. Desde el primer hasta el minuto 77, el ritmo del juego fue dictado por Güler, quien, actuando como falso nueve, desconcertó a la defensa austriaca con su movilidad y visión de juego.

A pesar de que Austria nunca perdió la cara al partido, Turquía logró mantener su ventaja. El técnico Ralf Rangnick, que había proclamado con confianza que “Austria sería campeona”, ajustó su táctica en la segunda mitad, incrementando la presión sobre los centrales turcos con la entrada de Gregoritsch y un Arnautovic más adelantado. Las oportunidades para Austria se sucedieron rápidamente: Laimer, Sabitzer y Arnautovic se acercaron al gol, pero la defensa turca y el portero Günok se mantuvieron firmes.

El segundo gol de Turquía llegó nuevamente de un córner ejecutado por Güler, con Demiral cabeceando con fuerza para asegurar una ventaja de 2-0. Sin embargo, la respuesta de Austria no se hizo esperar. Gregoritsch recortó distancias en otro saque de esquina, explotando una desatención de Demiral y dejando 25 minutos de intenso asedio a la portería turca.

Con el equipo físicamente al límite, Montella optó por retirar a sus principales creativos, Güler y Yildiz, en busca de oxígeno. A pesar del continuo asedio austriaco, que acumuló 21 disparos y 10 córners, la defensa turca resistió heroicamente. En la última jugada, una espectacular estirada del portero Günok selló la victoria y el pase a cuartos para Turquía.

Austria, a pesar de su valiente esfuerzo y presión constante, se despidió del torneo con honores. Merecieron un mejor destino, pero fueron castigados por su debilidad defensiva. Turquía, por su parte, sobrevivió gracias a la brillantez de Güler, la solidez defensiva y una dosis considerable de suerte.