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Llega el día tan esperado por cualquier jugador que laguna vez soñó estar en un mundial. Suena el himno, a medias, pero se canta con alma y vida, el público presente en el Malvinas argentinas reconoce el desperfecto técnico y ovaciona a los nuestros.
Los nervios empiezan a quedar a un lado con el pitido inicia. En frente están las águilas nigerianas, difícil rival para debutar; pero ahí están los nuestros, los 11 en campo y otros tantos fuera, y cientos de miles de dominicanos corriendo con ellos cada balón, en cada toque de Azcona, en cada cierre de De Peña, en cada regate de Derek Cuevas, en cada manotazo de Valdez, en cada indicación de Walter Benítez.
Promediaban los 20′ minutos del primer partido de República Dominicana en mundiales de fútbol, Ronaldo se escapa por banda izquierda, y combina de taco muy bien con Azcona, que también se la devuelve de taco, a la velocidad justa para que Ronaldo se meta en el área y puntee el balón antes Daniel Bameyi; el hombre nigeriano lo derriba.. ¡PENAAAAAL! Exclamó todo el banco de suplentes. Walter Benítez se mete en campo y reclama al árbitro japonés del encuentro, ¡QUE LA REVISE EN EL VAR! vaya uno a saber en qué idioma, y si el asiático realmente lo comprendió, ¡pero funcionó!
Azcona relata haber estado “tranquilo” antes de patear el balón, convencido de que tirándolo a la izquierda del arquero nigeriano conseguiría poner en ventaja a Dominicana. Por su cabeza no pasó en ningún momento el hecho de que sería el primer dominicano en anotar en un Mundial:
“solo quería anotar y hacer valer el esfuerzo de Ronaldo”, quien minutos antes había conseguido la falta que tuvo que ser revisada por el VAR antes de ir al punto penal.
GOL de Dominicana, gol del 10, gol del capitán, gol de Edison Azcona. Anoten ese nombre, porque lo leerán en cada libro de historia del deporte de la República. No era fácil; él lo hizo fácil.
Para celebrar, un descontracturante baile en equipo y abrazo al autor de la jugada, mérito que también deberá ser recordado en libros.