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A pesar de los avances en el fútbol femenino en Europa, la disparidad salarial entre jugadoras y sus contrapartes masculinas sigue siendo un tema candente. Aunque algunas futbolistas de élite alcanzan salarios cercanos a los €500,000 anuales, estas cifras palidecen en comparación con las de los jugadores masculinos, cuyas remuneraciones pueden superar fácilmente los €10 millones en las principales ligas.

Una realidad desigual

El fútbol femenino ha crecido exponencialmente en los últimos años, con figuras como Sam Kerr (Chelsea) liderando la lista de las mejor pagadas, con un salario de aproximadamente €480,000 al año. Sin embargo, esto es solo una fracción de lo que recibe un jugador promedio en la Premier League, donde incluso aquellos de menor rango pueden superar estos ingresos. Para ponerlo en perspectiva, Neymar, uno de los jugadores mejor pagados, ganó más de €36 millones en una sola temporada, una cifra superior a la suma total de los salarios de más de 1,600 jugadoras en las ligas femeninas de mayor nivel​

Los factores detrás de la brecha

La popularidad masiva del fútbol masculino, con contratos millonarios por derechos de televisión y acuerdos de patrocinio, es una de las principales razones detrás de la diferencia salarial. Mientras que el Mundial de Fútbol Masculino de 2018 fue visto por casi la mitad de la población mundial, el torneo femenino de 2019 atrajo a cinco veces menos espectadores. La falta de visibilidad, sumada a la menor inversión en ligas femeninas, genera una menor capacidad para ofrecer contratos competitivos​

El largo camino hacia la equidad

A pesar de la disparidad, el futuro parece prometedor. Con el aumento de las audiencias y los patrocinios, las jugadoras están viendo una mejora en sus condiciones salariales, aunque aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar la equidad. La inversión en el deporte femenino, tanto en infraestructura como en visibilidad mediática, será clave para cerrar esta brecha salarial en el futuro​