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En una noche inolvidable para el fútbol sudamericano, Botafogo escribió su nombre en la historia grande de la Copa Libertadores. Con una actuación épica y un sacrificio inquebrantable, el conjunto carioca derrotó 3-1 a Atlético Mineiro en la final disputada en el Estadio Monumental de Buenos Aires, y alzó por primera vez el trofeo más prestigioso del continente.

El partido estuvo marcado por una expulsión temprana que obligó a Botafogo a reinventarse sobre la marcha, pero con un planteo estratégico brillante y una entrega absoluta, logró resistir los embates de su rival y golpear en los momentos justos.

Un inicio caótico: Gregore y una roja que cambió el rumbo del partido

Apenas iniciado el encuentro, el Fogão sufrió un golpe inesperado. Gregore vio la tarjeta roja a los 35 segundos, tras una dura entrada sobre Fausto Vera, dejando a su equipo en inferioridad numérica desde el amanecer del partido.

La falta descolocó por completo el esquema inicial de Botafogo, que debió replegarse y modificar su plan de juego. Almada y Luiz Henrique redoblaron esfuerzos en la marca, mientras que las líneas se ajustaron para contener los avances de Atlético Mineiro.

Luiz Henrique abre el camino y Botafogo sueña

A pesar del asedio constante del equipo dirigido por Gabriel Milito, la resistencia de Botafogo se tradujo en oportunidades de contraataque. Cuando el reloj marcaba 35 minutos, Luiz Henrique, el flamante refuerzo procedente del Betis, apareció en el área para aprovechar un rebote y, con un potente disparo, firmó el 1-0 que enloqueció a los miles de hinchas albinegros presentes en Núñez.

El golpe fue demoledor para Mineiro, que, lejos de reaccionar, cometió otro error que pagó caro. Nueve minutos después, Luiz Henrique presionó la salida de Guilherme Arana, forzó un error del arquero Everson, y provocó un penal que el árbitro Facundo Tello, tras revisión del VAR, sancionó sin dudar. Alex Telles, con gran categoría, cambió el penal por gol y amplió la ventaja para un Botafogo que, con 10 jugadores, estaba dando una lección de carácter y eficacia.

Milito mueve el banco y Mineiro reacciona

Con la obligación de cambiar el rumbo del partido, Milito realizó tres modificaciones al inicio del segundo tiempo: ingresaron Eduardo Vargas, Mariano y Bernard.

El cambio surtió efecto de inmediato. Apenas transcurrido un minuto del complemento, Vargas apareció en el área para conectar un cabezazo letal y descontar para el Galo, avivando las esperanzas de una remontada.

Atlético Mineiro tomó el control total del partido, con una sociedad peligrosa entre Vargas, Deyverson y Hulk, quienes generaron múltiples ocasiones de peligro. Sin embargo, Botafogo se sostuvo gracias a una defensa sólida liderada por un imperial Alexander Barboza, que despejó todo lo que cayó en su área.

Sufrimiento, resistencia y gloria eterna para Botafogo

El tramo final del partido fue una verdadera prueba de carácter para el Fogão. Atlético Mineiro lanzó toda su artillería al ataque, buscando desesperadamente el empate. El Galo tuvo dos chances inmejorables en los pies de Vargas, pero el chileno no pudo definir con precisión en ninguna de ellas.

Cuando el partido agonizaba y Botafogo resistía con uñas y dientes, llegó el golpe de gracia. En la última jugada del encuentro, un contraataque letal terminó en los pies de Santos, quien con un disparo certero decretó el 3-1 final, sellando una victoria inolvidable.

Un campeón con garra y corazón

Con el pitazo final, Botafogo desató la locura en el Monumental. Contra todo pronóstico, y jugando casi todo el partido con un hombre menos, logró conquistar su primera Copa Libertadores, escribiendo así una de las páginas más memorables en la historia del torneo.

El Fogão ya es parte de la élite sudamericana. Con sacrificio, estrategia y una fe inquebrantable, superó todos los obstáculos y levantó el trofeo más codiciado del continente. La Copa Libertadores tiene un nuevo campeón, y su nombre es Botafogo.