Your browser doesn’t support HTML5 audio
El relevista Emmanuel Ramírez solo tuvo que tomar sus maletas y cruzar de tercer a primera. Este relevista, quien el año pasado era ficha del Licey, fue dejado libre y antes de comenzar la temporada rubricó con los escarlata. Ahora vive un momento único en su carrera.
Ramírez acumula 26 ponches hasta la fecha, con una efectividad inmaculada y un microscópico Whip de 0.62. En 13 juegos, todos como relevista con la tropa escarlata, los contrarios le batean para .113 y ha otorgado solo cinco boletos en 19.1 entradas de trabajo. Y además tiene una victoria.
Si hablamos del grupo de los relevistas, Ramírez es líder en ponches, innings, efectividad y FIP (1.34). Su WHIP es el tercero mejor. Pero es que el detalle de Ramírez es que los 26 ponches es la quinta mejor marca entre todos los lanzadores de Lidom, incluyendo los abridores.
El derecho de 28 años, que en el verano lanzó para la organización de los Yankees de Nueva York en el béisbol organizado, reveló las razones de su gran trabajo.
“La clave ha estado en la persistencia y perseverancia de trabajar duro para tener un buen desempeño y aprovechar al cien por ciento cada oportunidad que me dan”, expresó Ramírez al ser entrevistado por Ricardo Rodríguez y Natacha Peña durante la antesala del partido domingo entre Leones y Águilas Cibaeñas.
El derecho dejó muy claro que no se presiona frente a los contrarios. Cosa que solía hacer antes. “Solo salgo a hacer mi trabajo y manejar las cosas que puedo hacer y controlar”, destaca.
Durante el verano, jugó entre doble A y triple A combinados dejó foja de 5-1 con una efectividad de 3.43 en 34 apariciones, pasó a 55 por las armas y tuvo un WHIP de 1.09, en 44.2 episodios.
Pero él tiene una rutina de trabajo. Nada es producto del azar, muchos menos una actuación tan sobresaliente. “Soy muy educado con mi rutina”, destaca. “Llego temprano al estadio a hacer los estiramientos. Comenzar a prepararme para el juego. Saber si ese día estoy o no estoy en el roster. Si ese día estoy en el roster, entonces veo el lineup contrario, me pongo a fildear en las prácticas de bateo y así sucesivamente”.
Haber hecho un cambio en su mente hizo que mejoraran las cosas. “He aprendido a no fijarme quién viene a batear”, cuenta. “Uno coge mucha presión cuando juega en su país, porque tu familia te está mirando. Así que ya no le hago caso a quien tengo enfrente. Simplemente salgo a enfrentarlo como a otro más, a alguien normal”.
Si el Escogido no clasifica, el nombre de este joven, quizá sea apetecible para los equipos que buscarán reforzar su pitcheo. No es fácil a estas alturas del torneo tener semejantes números como tampoco una mentalidad ganadora como esa.