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Nació en Barahona, allí en las cercanías de la bahía de Neiba, allá en el sur profundo de la República Dominicana, pero su impronta transcendió con creces lo local, pues en su momento, Elizabeth Sánchez llegó a ser una de las luminarias de su disciplina en el mundo.   

“Muñeca” como le llamaban, fue una de las mejores lanzadoras de sóftbol en todo el continente y en los casi 30 años de vida activa dentro del deporte, también resaltó por su potencial como bateadora, siendo una de las jugadoras más temidas en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Copas del Mundo.

El comienzo

Sánchez debutó en 1974 pero no fue hasta los Juegos Centroamericanos de 1982, efectuados en La Habana, Cuba, cuando asumió el liderazgo dentro del elenco quisqueyano que se llevaría la medalla de bronce.

Ese mismo año, en el que tal vez sea uno de los hitos más relevantes de su excelsa carrera, Elizabeth Sánchez ganó el primer juego del elenco femenino de República Dominicana en una Copa del Mundo, durante la justa disputada en territorio chino.

Cuatro años después, Elizabeth Sánchez volvería a erigirse como el gran referente del combinado dominicano que en la competencia regional celebrada en Santiago de los Caballeros acabaría repitiendo el metal bronceado, con Sánchez siendo la más valiosa.

El legado

Ya para ese entonces, su prestigio había traspasado las fronteras nacionales, llegando a ser considerada por algunos especialistas como la mejor softbolista del continente en aquellos años.

Cuando muchos pensaron que se estela se había apagado, Sánchez volvió a ser figura importante en el seleccionado que obtuvo el tercer lugar en los Juegos Centroamericanos de San Salvador en 2002.

A nivel nacional, el hecho de ser nombrada Softbolista del Siglo y Atleta del Año en nueve ocasiones resulta una muestra fiel del inmenso legado de Elizabeth Sánchez, quien siempre puso en alto la bandera de su país en cuanta competencia participara, tal como lo recoge su placa en el templo sagrado del deporte dominicano.