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Al Horford, una de las figuras más influyentes en la historia del baloncesto dominicano y de la NBA, ha recibido un reconocimiento que va más allá de las canchas. El pasado jueves, en una ceremonia celebrada en el Palacio Nacional, el presidente Luis Abinader le impuso la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, en el Gran Caballero, el más alto honor que la República Dominicana concede a sus ciudadanos. Este galardón marca un momento culminante en la carrera de un hombre que, a los 38 años, ha logrado convertirse en un ejemplo de esfuerzo, disciplina y compromiso con su país.

Horford llegó al país acompañado de su familia y del emblemático trofeo Larry O’Brien, tras una temporada con los Boston Celtics en la que se consagró como campeón de la NBA. Su regreso no solo simboliza el triunfo deportivo, sino también un sentido de conexión profunda con sus raíces, que él ha sabido llevar con orgullo durante toda su carrera. El reconocimiento otorgado por el Estado dominicano no es solo una celebración de sus logros en el baloncesto profesional, sino también un homenaje a su rol como embajador de la República Dominicana en el mundo.

El peso de la Orden al Mérito y lo que significa para Horford

La Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella es una condecoración reservada para aquellos ciudadanos que han demostrado un servicio extraordinario a la nación. Al otorgársela a Horford, el Estado dominicano no solo reconoce su impresionante carrera en la NBA, sino también su compromiso con el país y su papel en el desarrollo del baloncesto nacional. En su paso por la selección dominicana, Horford dejó huella al ganar una medalla de oro en el Centrobasket de Puerto Rico en 2012 y una de bronce en el Centrobasket de México en 2008, consolidándose como uno de los pilares del deporte dominicano.

Durante la ceremonia, el decreto 513-24, leído por Antoliano Peralta, consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, destacaba la importancia del aporte de Horford tanto a nivel deportivo como en su faceta de líder y ejemplo para las nuevas generaciones. La distinción lo une a un selecto grupo de deportistas que han sido honrados con este mérito, como leyendas del béisbol dominicano: Juan Marichal, Pedro Martínez, Sammy Sosa y David Ortiz, entre otros. En este sentido, Horford se inscribe en una historia de deportistas que, a través de su disciplina y talento, han elevado el nombre de la República Dominicana en el ámbito internacional.

Una carrera que trasciende las canchas

El impacto de Al Horford no se limita al baloncesto. Su carácter afable, su humildad y su dedicación a su familia y a su país han hecho de él un ejemplo para muchos. En la ceremonia, Horford compartió palabras de agradecimiento hacia el pueblo dominicano, al que siempre ha llevado en el corazón, y destacó el apoyo incondicional de su familia. En particular, hizo mención especial a su esposa, Amelia Vega, ex Miss Universo, a quien describió como su roca y fortaleza a lo largo de su carrera.

En un momento de gran emoción, Horford expresó: “La gloria es para Dios por ponerme en esta posición, darme esta hermosa oportunidad. Gracias al señor Presidente, gracias al pueblo dominicano por ese cariño y ese amor que siempre han tenido hacia mí”. Estas palabras reflejan la humildad y la gratitud que han sido constantes en su vida, incluso en los momentos más altos de su carrera.

Un legado que inspira a futuras generaciones

Horford no solo ha sido un referente en la NBA, sino también un promotor del deporte en su país natal. Durante su estancia en la República Dominicana, tiene previsto impartir clínicas de baloncesto en diferentes clubes, una actividad que refuerza su compromiso con la formación de jóvenes atletas. Horford ha subrayado en repetidas ocasiones que su mayor deseo es que las futuras generaciones de dominicanos encuentren en el deporte una vía para superarse y representar al país con dignidad y orgullo.

Su impacto trasciende los logros deportivos. Al Horford se ha convertido en una figura inspiradora para los jóvenes dominicanos, un hombre que demuestra que con esfuerzo, humildad y dedicación, es posible alcanzar los más altos niveles en cualquier ámbito. Como él mismo ha señalado, su meta siempre ha sido representar a su país de la mejor manera posible, llevando la bandera dominicana en alto, y su reciente reconocimiento confirma que ha cumplido con creces esa misión.

El triunfo del esfuerzo y la humildad

La distinción que ha recibido Al Horford es un merecido reconocimiento a una trayectoria brillante, pero también es un tributo a los valores que ha defendido a lo largo de su carrera. En un mundo donde los éxitos deportivos suelen ser efímeros, Horford ha sabido construir un legado que va más allá de las estadísticas y los trofeos. Su historia es la de un hombre que ha logrado mantener los pies en la tierra mientras alcanzaba las estrellas, y que, incluso en los momentos de mayor gloria, nunca ha olvidado sus raíces.

Este reconocimiento, el más alto que otorga el Estado dominicano, es también una celebración de lo que Horford representa para su país: un símbolo de esfuerzo, dedicación y orgullo nacional. En un mundo deportivo que a menudo es dominado por egos y excesos, Al Horford destaca como un ejemplo de humildad, trabajo en equipo y compromiso con los demás. Y es por eso que hoy, más que nunca, su nombre quedará grabado en la historia del deporte dominicano y mundial.