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Ganó y fue bueno, como suele pasar cuando se gana y pudo ser un 10 de diciembre cualquiera, como otros 10 de diciembre, pero tal vez, sabiendo que no era así, que no era un 10 de diciembre común y corriente, pues los 10 de diciembre son sagrados en San Antonio y en todo Texas diría, desde aquel año es así, por ello ganar fue diferente…

Y sí, exactamente cinco días atrás, el pasado diciembre, los Spurs de San Antonio vencieron al Miami Heat 115-111 y en la victoria se evocaron los gratos recuerdos de aquel último anillo, allá por 2014, cuando los tres mosqueteros de Gregg Popovich; Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili, cobraron venganza de lo ocurrido un año antes; venganza en toda la extensión de la palabra, ganando 4-1 en Las Finales.

Las intermitencias del tiempo

Ocho años después, antes del juego del pasado 10 de diciembre, muchos fanáticos, hasta Popovich y Spoelstra recordaron aquellas jornadas y hubo nostalgia, pues las realidades en la duela eran diferentes, un Heat opaco y medio adusto se medía a la nueva hornada de los Spurs.

Como lo lee, veintiséis años después de aquel debut, un 10 de diciembre de 1996, veintiséis años después, Gregg Popovich festejó a lo grande, con una victoria, con esa victoria de hace unos días ante el Miami Heat.

Remembranzas

Reseña Marca que, en aquel entonces, el debutante Gregg, había perdido de visitante en Phoenix, con pizarra de 93-76 y empezar perdiendo fue lo mejor, pues en la derrota nació la leyenda que, al año siguiente, en 1997 le mostró al mundo lo que habría de venir y con el anillo de 1999, tomó forma la épica más grande que ha visto el baloncesto en este siglo.

Y están los 5 anillos, pero más allá, está la clase y cuando vemos que un tipo como Dennis Rodman no tuvo cabida en San Antonio, lo entendemos todo, Popovich está a otro nivel, en las formas, en la proyección, en lo deportivo y lo que está más allá de la cancha y quizás en Will Hardy, Ime Udoka y Steve Kerr podamos ver el reflejo de ese sello auténtico que le estampa a todo el viejo Gregg.

Siempre él

El tiempo pasa, ha pasado rápido, el tipo con en el mismo cabello canoso, como Whitman, a veces lo veo así y en su rostro se pueden ver las saetas que han dejado los años, pero de igual modo Popovich sigue ahí, creyendo en su misión, en lo que debe hacer.

Han pasado varios diciembres, pero siente que a pesar del pésimo comienzo, hilvanando una racha igual o peor que aquella de 1996, cuando los Spurs arrancaron con marca de 3-15, a pesar de esto, Popovich siente que debe sentar las bases de esta generación, marcar su futuro y en su mente, sopesando los factores externos al juego y a la propia franquicia, en su mente solo quiere buscar lo mejor para Keldon Johnson, Devin Vassell, Zach Collins y compañía.

En el mismo lugar

Ese es Popovich, en blanco y negro y azul y verde, con todos sus matices, es Popovich en cuerpo y alma, confiando siempre en que su filosofía del éxito se concretó de la mejor manera, justo en aquel momento, un 10 de diciembre de 1996, hace ya veintiséis años.

Todos saben que el tiempo puede pasar y Gregg Popovich estará allí, en el mismo lugar, frente a una cancha de baloncesto.