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Todos saben quien es Kevin Durant y Kevin Durant pudiera ser un volcán, un torbellino, una nube negra o una isla, pero no, decía John Done que nadie es una isla en sí mismo y Kevin Durant no lo es, lo pudo ser, allá en Oklahoma, también en Warriors y ahora en Brooklyn con los Nets, pero no, Durant es simplemente una versión mejorada de aquel Kevin Durant, aquel de hace un año, un mes, una semana, un día siquiera, al menos lo cree así y da esa idea.
Hubo un tiempo en que Kevin Durant parecía que lo podía dejar todo y retirarse y ser considerado el segundo, el tercero o el cuarto mejor jugador de la historia, o el décimo, solventando el criterio de las listas y de los hacedores de listas, estaría entre los mejores; pudo o debió ser así hace unos tres o cuatros años, justo cuando ganó par de títulos con los Warriors de Golden State.
Aquel Durant
En ese momento, atrás había quedado aquel otro tiempo en que le decían lo bueno que era y era bueno, Durant era muy bueno, pero no ganaba, le faltaba ganar. Tuvo su final en 2012 ante el Heat, una épica, dejando atrás a los pesos pesados del Oeste, Spurs, Lakers y los mismos Mavericks que un año antes con Nowitzki ganaban el anillo, pero no ganó, llegó el MVP en 2014 pero tampoco ganó el título y los años pasaban y era el jugador bueno, buenísimo del que todos hablaban, pero no ganaba.
Ese tiempo pasó, como ya contábamos pasó, Durant llegó a San Francisco, los Warriors regresaron a la final en 2017, un año después de aquella memorable derrota ante LeBron y los Cavaliers, ganaron, Durant fue MVP de las Finales y otra vez, en 2018, los Warriors volvieron a ganar, otra vez con Kevin Durant siendo el MVP de las Finales.
Cuando quiso ser segundo
Allí la polémica pudo acabar, Durant había dicho que no quería ser más segundo, había ganado, lo había hecho dos veces, siendo el mejor, el tiempo había pasado y había valido la pena, pero con la llegada del 2019 llegaban los 30 años y también la lesiones y con las lesiones, emergieron de igual modo las especulaciones.
Se especuló de todo, que se quedaría en Golden State, que sería por siempre, después que no, que la salida era inminente, que había roces con Draymond Green y con los días se consumó, el rumor adquirió forma de verdad rotunda y se convirtió en un hecho, Kevin Durant se marchó.
Estar en un lugar diferente
Al momento de su llegada a Brooklyn, con los Nets, muchos se preguntaron en el sentido que podía tener aquella decisión, la lógica indicaba que era para ser la cara del nuevo proyecto que se comenzaba a forjar en Nueva York, pero lo había ganado todo ya, incluso el oro olímpico y podía haber seguido ganándolo todo en Golden State.
“… Solo quería jugar baloncesto en un lugar diferente…”- le contó Durant hace unas horas al periodista Michael Lee del The Washington Post y al respecto alegó – “… Tenía que explicarle a la gente que quería volver y ganar las Finales…”
Reseña As que Durant enfatizó en el hecho de que su objetivo no es ser mejor que Jordan o LeBron- “… Me importa una mierda eso…”- le recalcó a Lee- “… Quiero levantarme cada día y hacer lo que hago, sí ganamos, sé que eso viene siendo la mejor versión de mí mismo…”- precisó.
Tres años después de su llegada a Brooklyn, luego de estruendosos fracasos, de dramáticas novelas sobre posibles salidas y exagerados regresos, después de ir y venir, de bajar y volver a subir, tras un comienzo de escándalo a finales de octubre, de la mano de un Durant que juega casi 40 minutos y anota casi 30 por partido, los Nets tienen motivos para creer, son cuartos en el Este con forja de 21-12 y Kevin Durant ya no piensa en ser segundo o primero no, solo quiere regresar a una final, ganarla y vivir el momento, sabe que ya ha escrito su historia, apenas le van restando las últimas líneas, si fue o ha sido primero, segundo o cuarto, el tiempo dirá y por ende pondrá las cosas en su lugar, pero ahora no es lo más importante.
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