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El silencio era sepulcral, apenas se podían distinguir los leves susurros de la gente al murmurar en las gradas, mientras Shane Bieber eclipsaba a la mermada tanda de los Yankees de Nueva York.

Han trascurrido apenas unas horas y todavía en la memoria de la fanaticada están bien frescos los recuerdos de lo que estaba sucediendo hasta ese quinto inning.

La acción

El as de los Guardianes de Cleveland dominaba a placer, como si estuviera en Progressive Field y los presentes solo podían quedar inertes ante lo que ocurría, pero en el quinto, todo cambió.

Primero fue Willie Calhoun, el mismo que el martes por la noche decidía el cotejo con largo cuadrangular por todo el jardín derecho; Calhoun le pegaba con saña a una recta alta de Bieber para situar en la pizarra la primera  carrera de los Mulos, después vino él y en ese entonces el tiempo pareció detenerse…

Antes

Todos lo querían ver, días antes, allá en Arlington, en medio de ese infierno que vivieron los Yankees durante su serie de cuatro juegos en Texas, en medio de ese contexto, Jake Bauers definitivamente fue llamado al primer equipo, tras la inminente lesión de Aaron Judge y el desplome ofensivo de Franchy Cordero.

En 21 juegos vistiendo la franela de la filial triple A, Bauers bateaba 304 con 9 jonrones y 20 carreras impulsadas y todos pedían que fuera subido a Grandes Ligas.

Lo subieron, como usted ya sabe, pero tras realizar un fildeo de leyenda, acabó lesionándose y alrededor de su figura se acrecentó ese halo trágico que reflejaba el mal momento por el que transitaban los Bombarderos del Bronx.

En el momento y lugar indicados

Por eso ayer, ese turno al bate frente a Shane Bieber adquirió una connotación especial…Bauers se preparó, el ceño fruncido, la mirada fría, en las imágenes se podía palpar el significado del momento y al chocar la bola en conteo de 2-2, sabíamos que la misma saldría del parque.

Bauers reía, seguía haciéndolo a medida que le daba la vuelta al cuadro, solo podía hacer eso, reía para sí, quizás por suerte o por su mera condición pudo pegarle entero a la bola y conectar ese jonrón, su primer jonrón con los Yankees de Nueva York, la manera perfecta de pisar el templo sagrado del conjunto más emblemático del béisbol.

La fina estampa

Más allá de esta dimensión del suceso, de igual modo el batazo sirvió para igualar las acciones en ese instante y sentar las bases de la posterior victoria neoyorkina, no obstante, lo que muchos pensaron y de hecho siguen pensando, es que Bauers pudo haber marcado su destino, pues lució confiado, seguro de lo que debía hacer, como si hubiese estado ahí antes, vistiendo ese uniforme, jugando ante miles y miles de gentes.

Llegó para quedarse-comentan muchos; lo tiene todo para ser un yankee, la risa, el biotipo, el swing, la personalidad  y esa es la impresión que nos dejó el suceso ocurrido este miércoles…¿ será de este modo?.