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Como un servidor del arte, del arte del fútbol, perfección pura y en fracciones de segundos, en la mente de Josko Gvardiol pasaron las imágenes de su niñez en Zagreb, de su padre pescador; el olor a pescado, el primer balón, el segundo, el Dinamo, el llegar a Leipzig y al divisar la pelota, sabía que era su momento, el de la reivindicación, Messi lo había hecho lucir mal, ridículo, hasta algo mediocre incluso, al divisar la pelota, repasó otra vez las imágenes en su mente, de un modo fugaz, entendió que debía demostrar su condición de estelar y lo hizo y con el cabezazo certero, llegó el gol.
No fue un gol cualquiera, no, fue el que ponía a Croacia al frente en el partido por el tercer lugar ante Marruecos, este sábado allí en Qatar; sí, fue un golazo, el de la venganza, quizás, sin tanto drama, pero con sutiles toques de romanticismo, el justo premio para un torneo de altura, este que disputó el zaguero de 20 años, el mismo que ahora, mientras escribo, está en boca de todos.
Con broche de oro
La mística se impuso, tal como lo habían hecho Suker y Prosinecki aquel día ante Holanda, allá por 1998, también en la discusión de un tercer lugar, durante el Mundial celebrado en Francia hace ya veinticuatro años; como aquel día, la mística de los balcánicos volvió a emerger y Gvardiol se aferró a ella para cerrar con broche de oro su primera participación en justas del orbe.
El heredero de Robert Jarni, la mole de más de seis pies y casi 90 kilos de peso, el fenómeno que deleita a todos en la Bundesliga, el que le hizo vivir un infierno a Romelu Lukaku en el último juego de la fase de grupos entre belgas y croatas, el que después lloró de emoción junto a su madre en la gradas, ese gigante adusto pero con cara de niño, el que se con su rostro cortó un balón que pudo ser decisivo ante Brasil y arriesgando su físico, sentó la primera piedra de la futura victoria; ese, Josko Gvardiol, tuvo su revancha este 17 de diciembre.
La era de Josko Gvardiol
Se reivindicó de la mejor manera de lo ocurrido con Messi y Argentina, no había tiempo para lamentos, ni para el llanto inútil, la mentalidad era salir a jugar su papel y así fue, Gvardiol hoy se lució.
Ya cuentan que en Madrid preparan todo para su llegada, también en Manchester y hasta en Chelsea y la lista de pretendientes sigue creciendo; todos lo quieren, es y será una de las sensaciones en los próximos años y quizás en Qatar hayamos asistido al comienzo de la era de Josko Gvardiol, el fútbol ese así de mágico.