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La aureola del éxito llega a cegar, el éxtasis es total y en la victoria todos miran al ganador; su sonrisa, sus gestos, lo escueto de un sentido discurso o la emoción desbordada luego de haber superado el límite de la tensión que impone una determinada prueba.

Es de ese modo y en el deporte, como en la vida misma la victoria y la derrota van de la mano; un día tocas el cielo, al otro te hundes en un abismo de total desesperación y hoy en Qatar, cuando el mundo entero posaba la mirada sobre Leo Messi y la selección argentina de fútbol, pocos remarcaron en el hecho del inmenso mérito de Croacia por volver a llegar allí a una semifinal, cuatro años después.

Argentina ganó, ganó bien, sin dejar dudas, 3-0 y pudieron ser 4, 5 o 6; Argentina ganó y fue la mejor venganza de lo ocurrido cuatro años antes, cuando en Rusia, el elenco croata había goleado a la albiceleste con igual marcador, durante el duelo que ambos elencos sostuvieron en la fase de grupos.

Y Argentina ganó, Messi marcó, llegó a 11 goles, a 25 partidos jugados en Copas del Mundo, tendrá 26 el domingo y la sensación de ser campeones aflora en los cánticos de la gente en Buenos Aires y más allá.

Ganar y perder

Argentina ganó y 8 años después tendrá una nueva oportunidad de concretar la hazaña que no pudieron lograr ante Alemania en Brasil 2014, mientras que Croacia, la sorprendente Croacia, esa de Modric, Perisic, Kovacic, Gvardiol y Livakovic, esa Croacia, la de los 4 millones de habitantes, la misma nación con apenas 30 años de existencia, esa Croacia ira a discutir el tercer lugar el próximo sábado, luego de perder con Argentina, pero tras haber dejado en el camino a elencos como Brasil y Bélgica.

Como lo lee, cuando nadie contaba con ellos, tal como había ocurrido en Rusia hace cuatro años, los balcánicos llegaron a la final ante Francia y si bien cayeron 4-2, legitimaron una de las epopeyas de más trascendencia en la historia del fútbol.

Croacia perdió en aquel entonces, pero en la derrota nació de igual modo una mística que hoy en suelo islámico ha refrendado con creces el halo casi homérico de lo alcanzado en la presente justa.

Un tercer lugar que puede saber a gloria  

Y Argentina ganó y muchos ya ven la tercera estrella bordada en la camiseta, luego del partido del domingo. Un día antes, Croacia ira al partido de consolación y de seguro, aunque parezca no será un partido cualquiera, será el justo premio a la constancia y a la entrega de un grupo que a pesar de perder una y otra y otra vez, jamás ha pensado en rendirse.

La derrota reconstruye, te hace pensar las cosas diferentes, te motiva a buscar nuevas vías y métodos para alcanzar una meta determinada y a la tristeza revelada en las miradas de Luka Modric e Ivan Perisic se contrapone la juventud de hombres como Dominik Livakovic y Josko Gvardiol y entonces el perder dentro de cuatro años, se pudiera ver diferente.

Como sea, si antes, Rinus Michels deslumbró a todos con su fútbol total y la “ Naranja Mecánica” llegó a dos finales consecutivas para situarse en la élite del fútbol mundial, hoy con Croacia, ese equipo que perdió ante la indetenible Argentina del fenómeno Leo Messi, hoy ante Croacia hay que quitarse el sombrero.