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Desde todas las perspectivas posibles, cuando lo miro, parece estoy mirando un asesino, otro de esos tantos que en las favelas Río de Janeiro le dan sentido a sus días a punta de pistolas o punzones, pudo ser e incluso su historial como jugador de fútbol da lugar para creer en cualquier tipo de hipótesis al respecto.
“… Si no fuese futbolista, hubiese sido asesino…”- le confesó Felipe Melo a Sky News allá por 2015, cinco años después de aquel de julio en 2010 y ya siendo conocido con el mote de “El carnicero del Palmeiras”.
En ese momento todo cobraba sentido, sus constantes broncas en la cancha, contra Peñarol en la Copa Libertadores, contra un propio compañero allá en Turquía, mientras vestía la franela del Galatasaray, entonces otra vez emerge el recuerdo de aquella jornada en Sudáfrica 2010.
La impronta de Melo
Unos prefieren culpar a Dunga, entonces entrenador de la escuadra sudamericana, otros a Kaká, hasta el portero Julio César estuvo en el ojo de la tormenta, pero el chico malo, sin dudas fue Felipe Melo, entonces mediocampista de la Juventus de Turín.
Hoy, con Brasil marcando la pauta en el Mundial de Qatar, luego de una contundente victoria ante Serbia por 2-0, mirando hacia atrás como si se tratara de alguna especie de maldición, se entiende porqué algunos consideran a Melo a Moacir Barboza y a Heleno de Freitas en última instancia, como los futbolistas más odiados en el gigante sudamericano.
Moacir, era el arquero de aquella selección de 1950 y fue considerado el gran culpable del fracaso en el Maracaná. A su vez, Heleno era el ídolo de la gente en el fútbol brasileño de aquellos años, 40 y 50 del pasado siglo, amado y odiado por millones. Por su parte, Felipe Melo, fue el hombre que hizo fracasar al Brasil de hace doce años en suelo africano, tal vez, en estos últimos 20 años, la mejor oportunidad de “el Scracht du Oro” para alzar el trofeo….
El suceso
Relata la BBC, que, para aquel día, Felipe Melo no estaba en los planes de Dunga, los amazónicos disputarían el duelo de cuartos de final ante Holanda y una lesión ponía en duda la participación del entonces jugador de 28 años, pero el estratega lo mandó al terreno desde el comienzo.
Hizo de todo, asistió a Robinho para el gol de “la Canarinha” y lo peor, ya avanzado el segundo tiempo, al no ponerse de acuerdo con el guardameta, en un intento de despeje, acabó metiendo la pelota en propia puerta. Fue la debacle, lo holandeses empataban, pero psicológicamente los brasileños se desplomaban y tras el segundo gol de “la Oranje”, Melo se hizo expulsar del partido después de darle una patada y pisar insidiosamente en el suelo a Arjen Robben.
Prohibido recordar
Casi declaran luto en Brasil después de aquello y cuentan que hasta amenazas de muerte recibió Felipe Melo, pero la hoguera se disipó más rápido de los pensado, eso sí, la estela de “el villano” como le nombraron, su estela se disipó en los terrenos del fútbol local.
Sin dudas un feo recuerdo, que, en estos días de Mundial, en todo Brasil y más allá, prefieren olvidar.
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