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“Toujours y croire” o “Siempre hay que creer”, traducido del francés al español; así le título Olivier Giroud a su autobiografía, justo cuando hace dos años, en 2020, pasaba por uno de esos trances difíciles en su carrera.
Francia se había erigido campeona en el Mundial de Rusia en 2018, pero él, quedaba a deber, luego de pasar por la justa sin anotar apenas un gol y desde entonces los fantasmas de un posible adiós de la selección se ciñeron sobre aquel jugador que otrora, con el Arsenal, en la difícil Premier League, conquistó a todos a base goles y una personalidad única capaz de imponer respeto en el área.
Una dura prueba
Dos años después se confirmó lo peor, con el regreso de Karim Benzema a la selección gala, Didier Deschamps relegaba a un segundo plano a Giroud, desechándolo por completo meses después de finalizada la Eurocopa, durante el comienzo de la UEFA Nations League.
Por ese entonces, tal como lo reseñó Marca en su momento, emergió la polémica sobre posibles conflictos internos con Kylian Mbappé y si bien el debate no trascendió más allá, dejó abierta la posibilidad de que Giroud no era bienvenido.
Y así, la estela de aquel futbolista que en 2020 alcanzó una media de 1 gol cada 106 minutos, parecía disiparse ante la falta de gracia y la mala suerte.
La historia de Giroud
Ya antes había pasado por eso, desde que debutará en el Grenoble de la segunda división del fútbol francés, la constante necesidad de vivir mostrando su nivel en pos de abrirse camino, la llegada al Tours y después el ascenso a primera con el Montpellier.
Relata As, que aquel chico nacido en un pueblito intrincado de la vieja Saboya, allá en la frontera con Italia, sin la técnica y la vistosidad de otros, pero con el olfato y la efectividad que pocos tienen; aquel muchacho marcaba goles, de cabeza, definiendo de derecha, de media golea, como quiera y sin embargo era obviado, hasta que en esa temporada 2011-2012 sería el principal artífice del éxito del Montpellier; el primer titulo del club en la Ligue 1.
Ya después vendría el viaje a Inglaterra, el Arsenal, luego el Chelsea; el primer llamado a la selección, el segundo, el Mundial de 2014, la Euro de 2016; Giroud seguía marcando goles, y también seguía siendo subestimado.
El renacer de Olivier
Tal vez por testarudez, puede que por convicción, hasta por herencia de sus antepasados italianos, Olivier no se cansó, siguió buscando y probándose a sí mismo que tenía mucho por dar aún.
En Italia con el AC Milán, uno de los históricos del Calcio, Giroud, como una reencarnación de esos clásicos personajes de la literatura francesa; Rastignac, Jean Valjean o Juan Cristóbal, siguió buscando el sentido de su vida, imponiéndose a todas las barreras posibles y allí, en el mítico San Siro le dio un nuevo giro a su historia, para bien, al punto que Didier Deschamps debió llamarlo de nuevo a la selección, luego de sumar unos guarismos impresionantes, 22 goles en 55 partidos.
Hoy, en Qatar, en la victoria de Francia 3-1 sobre Polonia, para certificar el avance a cuartos de final; hoy Olivier Giroud eclipsó a Thierry Henry como el máximo artillero de la selección francesa con 52 goles.
Histórico
Y se dice fácil, pero no, han pasado tantos, Henry, Trezeguet, Tigana, Giresse, Luis Fernández, Platini, Just Fontaine, Zinedine Zidane y él, Olivier Giroud, sin mucho ruido, de una manera callada ha vuelto a reescribir su historia y de que manera.
“… No me juzguen por mis éxitos, sino por las veces que me he caído y me he levantado…”- le expresó Giroud al diario La Stampa de Milán, citando a Nelson Mandela en una entrevista de corte personal a comienzos de año y esa es la mejor manera de entender la filosofía de vida de un hombre que a los 36 años sigue con la fe intacta, como el primer día.
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