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Mejor no pudo haber sido el regreso de Donovan Mitchell a lo que fuera su casa del “Vivint Arena” de Salt Lake City, cuando por primera vez en esta campaña, su nuevo equipo de los Cleveland Cavaliers visitara a quien fuera su antigua franquicia, los Utah Jazz, de quienes sencillamente no tuvo piedad.
Apenas al momento de salir al calentamiento previo en el mencionado recinto, varios de quienes fueran sus compañeros se le acercaron a abrazarle y recibirle, sin olvidar que fue la figura en su momento de este conjunto y que actualmente se le está extrañando más que nunca.
Luego, con la sonora ovación de los aficionados del Jazz, Mitchell se dedicó a devolverles a todos la cortesía, haciendo lo que mejor sabe hacer; es decir, otra enorme faena en ofensiva, aunque esta vez sus compañeros no le respaldaron como en otras ocasiones, y el Jazz si pudo apoyarse en un mejor trabajo en colectivo.
Al finalizar la duela, la victoria se la llevó el conjunto local, por un ajustado marcador de 116-114, y en el cual se pierde una gran labor de 46 puntos de Mitchell, quien había encestado 14 de 27 en cancha, para un 51% y con 7 canastos de la larga distancia.
Pero esta vez logró aparecer Jordan Clarkson, uno de los mejores amigos de Mitchell, y al parecer se tomó muy personal este compromiso, al erigirse como el máximo anotador con 32 unidades y un 58% de campo; además de otro gran partido del finlandés Lauri Markkanen y 25 tantos.
Se puede considerar entonces como una noche agridulce para Donovan Mitchell, por un lado con otro buen partido en lo individual y por la cantidad de emociones que debió vivir ante su ex equipo y el cariño que aún le guardan los aficionados de Utah; aún muchos se están preguntando el por qué esta franquicia salió de este gran jugador, hoy uno de los candidatos serios al MVP de la temporada.