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Llegó en verano, allá a comienzos de agosto y debió ser una buena noticia, en cuanto a impacto mediático se refiere, no solo por llegar a Nueva York para ser parte de la organización emblemática del béisbol, también porque era el hombre por el cual los Mulos habían cambiado a Joey Gallo con los Dodgers de los Ángeles.
Clayton Beeter llegó en verano y sobre su llegada hablaron el New York Post y YES Network, lo hicieron de un modo muy somero, buscando respaldar hasta cierto punto el sentido de una decisión como la que Brian Cashman había tomado. Se trataba de un buen prospecto, un chico con algo de pedigrí en el cual Dave Roberts y la franquicia angelina de modo general, tenían cifradas grandes esperanzas.
La historia de Beeter
Como lo lee, había grandes esperanzas con Beeter, pero como pasa en la célebre novela de Charles Dickens, las historias se cruzaron, Joey Gallo se despidió a la francesa, Clayton Beeter tomó el expreso a Manhattan y lo que debió continuar en Los Ángeles, seguiría en el Bronx.
Tres años antes, en 2019, con apenas 19 años, Beeter mostraba su talento para abrirse paso en el mundo de las bolas y los strikes, justo cuando en su último año con la Universidad de Texas, legó una estela impresionante para ese entonces, 109 ponches en 77 entradas; meses después, Dodgers lo elegía en la segunda ronda del Draft de 2020.
Cuenta Randy Miller de NJ Advance Media que Beeter creció amando a los Vigilantes de Texas y odiando a los Astros de Houston:
- ¡Los odiaba! – le espetó de un modo enfático Clayton Beeter a Miller, durante entrevista realizada días atrás, después de consumarse el debut del prominente lanzador en la filial doble A de los Bombarderos del Bronx.
Su carta de presentación
Tanto para el afamado reportero, como para la mayoría de los fanáticos de los Yankees, el odio de Beeter por Astros es tal vez su mejor carta de presentación, pensando en perspectiva futura, pues tal como apunta todo, con sus más de 6 pies y 220 libras de peso, Clayton Beeter pinta para ser en un futuro no muy lejano, quizás tres o cuatro años, el as de la rotación de los Mulos.
Solo le faltaba llegar al lugar adecuado para explotar sus capacidades y sus números, de acuerdo con el New York Post, así lo refrendan. De lanzar para casi 6 de efectividad con Tulsa, filial doble A de Dodgers, Beeter redujo drásticamente su promedio de limpias al llegar a los Somerset Patriots, quedando en 2,13.
A su vez, el registro de mayor impacto, volvió a ser su alta tasa de ponches, 129 en 77 tramos de labor, fue imposible no hacerse ilusiones con el imponente jugador.
La proyección
Todo encajó a la perfección, mantuvo su bola rápida sobre las 100 millas por hora, mejoró su control, rescató la curva y la slider, al igual que un acentuado cambio de velocidad y al finalizar la campaña, de acuerdo con MLB Pipeline, la mole de 1,90 metros pasaba de ser el prospecto 15 dentro de los Dodgers a ser el 9 de Yankees y segundo entre los serpentineros.
Casi seis meses después, aquel chico que llegó en verano, el mismo que debía al menos tapar el hueco que dejaba el fiasco de Joey Gallo, ese chico, Clayton Beeter, está haciendo soñar a la afición en el Bronx y más allá.
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