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El béisbol dominicano es sinónimo de emoción, drama y rivalidad, pero pocas veces se ha visto una caída tan drástica como la de los Leones del Escogido en esta temporada de LIDOM. Lo que comenzó como una campaña prometedora, con el equipo liderando la tabla con un récord de 16-5 al 16 de noviembre, se ha transformado en un desastre absoluto. En solo un mes, el conjunto escarlata ha pasado de ser favorito para la postemporada a estar al borde de la eliminación. ¿Qué ocurrió?

Un diciembre para el olvido

Los números hablan por sí solos. En lo que va de diciembre, los Leones solo han ganado un partido de los 12 disputados. Esa única victoria ni siquiera fue bajo el mando de su dirigente titular, Albert Pujols, quien había sido considerado como candidato al premio de Dirigente del Año. En su lugar, fue Plácido Polanco, coach de banca, quien logró esa efímera alegría.

La ofensiva del Escogido ha sido un punto crítico en este mes:

  • Línea ofensiva colectiva: .212/.285/.295
  • Solo seis cuadrangulares en 12 juegos.
  • Apenas 36 carreras anotadas.

Por otro lado, el pitcheo también ha colapsado de manera alarmante:

  • Efectividad: 5.06 (peor de la liga).
  • WHIP: 1.48.
  • Oposición bateando: .275.
  • 115 hits permitidos, el único equipo que ha superado los 100 en diciembre.
  • Han permitido 77 carreras (60 limpias), el peor registro de LIDOM.

El impacto de los cambios en la receptoría

Un factor determinante en este declive ha sido la salida de Martín Maldonado y Reese McGuire, dos receptores de experiencia en Grandes Ligas reconocidos por su capacidad defensiva y liderazgo en la conducción del cuerpo de lanzadores.

El cambio trajo a Pedro Severino y Gary Sánchez, dos jugadores con mayor enfoque en la ofensiva, pero menos efectivos detrás del plato. Este ajuste no solo afectó la defensa, sino que también alteró la dinámica del pitcheo, exponiendo aún más las debilidades de un cuerpo monticular que ya estaba bajo presión.

La metamorfosis ofensiva: más poder, menos versatilidad

La llegada de Franmil Reyes y Gary Sánchez a la alineación del Escogido tuvo un efecto transformador, pero no necesariamente positivo. Si bien estos jugadores ofrecen potencia, su presencia cambió el estilo de juego del equipo. La parte media de la alineación, que anteriormente se caracterizaba por velocidad y atletismo, se transformó en un grupo más estático que depende de batazos largos para producir carreras.

Esto generó un desequilibrio que se reflejó en la incapacidad del equipo para responder en situaciones clave. Sin la velocidad y el dinamismo que antes definían su ofensiva, los Leones han tenido problemas para capitalizar en momentos cruciales, lo que explica en parte su colapso en diciembre.

¿Errores de planificación o falta de reacción?

La debacle del Escogido no es solo una cuestión de mala suerte; también refleja posibles fallos en la planificación y toma de decisiones. Los cambios en la receptoría y la alineación ofensiva, aunque justificados en algunos casos, parecen haber sido mal calculados. Además, la falta de ajustes por parte del cuerpo técnico en medio de la crisis plantea interrogantes sobre la capacidad de gestión del equipo.

Lo que está en juego

Con solo un juego de ventaja sobre los Gigantes del Cibao y el calendario acercándose al final de la temporada regular, los Leones enfrentan un panorama sombrío. La clasificación a la postemporada, que hace un mes parecía garantizada, ahora pende de un hilo.

Una eliminación no solo sería un golpe para la historia reciente del equipo, sino también para su afición, que esperaba un regreso triunfal después de años de mediocridad. Para evitar el desastre, el Escogido necesita un cambio radical en su enfoque, tanto en el campo como en la toma de decisiones desde el dugout.

Un llamado a la autocrítica

La caída del Escogido es una lección de cómo el éxito en el béisbol puede ser efímero si no se maneja con cuidado. La transición de líderes a rezagados en tan poco tiempo debería ser un llamado de atención para la organización.

Los Leones aún tienen una oportunidad de redimirse, pero para lograrlo, necesitan actuar rápido y con precisión. La postemporada está al alcance, pero el tiempo y la paciencia se agotan. ¿Podrán los Leones revertir esta tendencia y recuperar su rugido, o terminarán como un ejemplo más de un equipo que no supo manejar la adversidad? El desenlace está por escribirse, pero el reloj sigue corriendo.