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Los gestos cortos, el silencio sepulcral y esa mirada perdida que intenta buscar a lo lejos, al menos un leve atisbo de esperanza, lo decían todo. Había transcurrido poco más de una hora de juego y allí en Citi Field, la apatía dibujada en los rostros de la gente mostraba la parte más nítida de la cruda realidad que viven los Mets de Nueva York.

Luego de aquella histórica actuación frente a Cincinnati, Justin Verlander lanzó la primera bola frente a su público y cinco entradas después, luego del out número 15, el estelar se marchaba en medio de los abucheos y la sorna desmedida de los presentes.

El contexto

Era la tercera apertura del veterano de 40 años con la franela del elenco neoyorkino y en esos cinco marcos no le pudo ir peor; permitió seis carreras, con 8 imparables y si antes del juego la idea del caos era lo que imperaba, en el instante que Verlander va caminando hacia el banquillo afloró la peor sensación, la del fracaso.

De la mirada de Justin Verlander y las teorías del éxito de Steven Cohen, pudiera ser en esencia la perspectiva de orden o también de la mala suerte y otros demonios, o de los tonos pesados de Buck Showalter o los egos insuflados de Francisco Lindor; pudiera ser todo eso y más, como sea, está muy clara la noción de que los Mets se han desplomado.

La caída

En este minuto, con forja de 20-23, los Mets están pugnando para no ir al fondo de la División Este de la Liga Nacional y están Verlander y Max Scherzer y Kodai Senga y de igual los jonrones de Pete Alonso y los bates de Brandon Nimmo, Starling Marte y Jeff McNeil, está todo esto, simplemente el equipo no funciona como tal y esa es la gran impresión.

El bufo, lo ridículo y burlesco se impone como si de un fino lienzo expresionista se tratase. El conjunto de los millones, el combinado de moda, con la mística de Tom Seaver a cuestas, está tocando fondo allí en Queens.

En el teatro de Nueva York la obra sigue su curso, para el 21 de abril, los Mets llevaban marca de 14-7, al momento de escribir este artículo apenas han ganado seis de sus últimos 22 encuentros y lo peor, enseñando un béisbol muy pobre, mediocre diría… ¿Qué más decir?.