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Este martes otra vez, el guion dio uno de esos giros bruscos que terminan trastocando todas las expectativas posibles y allá en el Bronx, en pleno corazón de Nueva York, un clamor se escuchó…

Era la gente hablando; miles y miles de gente, apasionados fanáticos que aferrados a sus asientos allí en el Yankee Stadium, no podían creer lo que estaba pasando.

El suceso

En la lomita, un tipo con expresión mustia intentaba escapar de su destino, pero era imposible, por más que lo intentó no pudo hacerlo y los aficionados, hasta él mismo se negaba a aceptarlo, pero estaba sucediendo.

Durante poco más de una hora, nadie se acordó de lo ocurrido casi un mes antes, cuando el juego perfecto de aquel 28 de junio y es que, de aquella estela cargada de gloria, apenas quedaban sutiles flashazos en la memoria y este 25 de julio, el dominicano Domingo Germán volvió hacer añicos la impronta del hito alcanzado.

El contexto

Luego de barrer a los Reales de Kansas City, los Yankees recibieron a los Mets, en otra reedición de la clásica Serie del Subway y en la conciencia de buen parte de afición tomaba forma la ilusión de ver en el diamante una versión similar a esa que Germán mostró en Coliseo de Oakland o tan siquiera parecida a aquella otra del 9 de julio frente a los Cachorros de Chicago.

El caribeño llegaba al duelo ante el elenco de Queens con el antecedente de una pésima salida en Anaheim, cuando en seis tramos lanzados frente a los Angelinos debió sopesar 5 carreras limpias, sin embargo, cierto halo positivo merodeaba en el entorno este martes… minutos después esa sensación de a poco se esfumó.

Exequias…

Germán caminó otras seis entradas, ponchando a nueve rivales y regalando solo un boleto, pero en este tramo le permitió seis carreras limpias a la artillería de los Mets.

Cuando el dominicano abandonó el montículo en el sexto, la perspectiva del inmenso vacío que dejaba, se agigantaba con cada paso que daba hacia el banco del combinado local.

Los Yankees perdieron 9-3 y con la derrota se afianzaron en el fondo de la división este de la Liga Americana, mientras que, por su parte, el demonizado Domingo Germán dejó su línea en una forja de 5-7, con efectividad de 4,77 y 110 ponches en 103,2 marcos.

Así acabó el cuento de esta noche triste allá en el Bronx, con un equipo que intenta seguir viviendo de la mística y un jugador que quizás está gastando sus últimas balas, vistiendo el legendario uniforme de telas a rayas.