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Jair Camargo ha resultado ser uno de los mejores importados de la liga. No sólo por lo que hace con el bate sino por el aporte que hace detrás del plato.
El panameño fue una muralla infranqueable en el juego del martes contra las Águilas, parando piconazos y sacando a dos que se fueron al robo. En juegos así de cerrados como esos, una mascota de lujo es imprescindible.
Y es que esa mentalidad está en sus genes. Lo de él es salir a ganar. No importa quién esté delante.
“Hay que ganarle a todo el mundo”, dijo en rueda de prensa. “Aquí no estamos para simplemente ganarle a las Águilas, aquí es ganarles a todos; aunque para nadie es un secreto que este juego trae un poco más de adrenalina”.
Una de las cosas que pasan desapercibidas para un catcher es cómo lleva las cosas detrás del home. No todo el mundo es capaz de apreciar el llamdo de bolas y strikes. Pero Camargo, no solo el martes, sino también en todos los juegos que está detrás del home, ha sido un general con la mascota.
“Ese es mi trabajo”, afirma. “La comunicación con los lanzadores es primordial, creo que el hecho de que se han sentido cómodos y hemos estado conversando acerca de que quieren tirar, los conteos o sus herramientas”.
Prosigue, respecto a llamar los juegos.
“Hay un refrán que dice que un pitcheo cambia el juego”, sostiene. “Ese pitcheo se quedó colgado y se hizo la carrera. Afortundamente se pudo continuar y ganamos el juego”.
Su brazo estás en salud y eso se ha hecho sentir. Y cuando hay un receptor así poco importa su línea ofensiva sea de .232/.290/.375 con dos jonrones 12 carreras impulsadas. Lo que hace detrás del plato es más importante.
“Creo que al final del día uno no deja de aprender en este juego”, destaca. “No importa la edad que tú tengas ni el tiempo que tienes jugando al beisbol. Creo que hemos tenido una buena química con los pitchers, desde el clubhouse, y eso se ha vertido en el terreno de juego”.
Por eso dicen que los catchers son los segundos mánagers de un equipo. “A veces debes ir al montículo y decirles algo al respecto, darles una palabra para que recupere la confianza. Además, el equipo tiene un tremenda química y eso ha hecho que las cosas haya sido mucho más fáciles a la hora de ejecutar”.
Dice que las palabras deben estar respaldadas por los resultado. Pues, Jair los tiene.