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Leonardo da Vinci terminando La última cena; Miguel Ángel decorando el techo de La Capilla Sixtina, Picasso acabando el Guernica, Dalí con sus relojes, Goya con su Saturno, Gauguin en la Polinesia, Vermeer con La joven de la perla y luego él, allí, mirando el cielo de Estambul…

El maestro con su obra predilecta, el genio elucubrando, el tiempo pasa, pero Guardiola se queda, no tiene 37 como aquella vez a comienzos de 2007 cuando llegó al Barcelona B, no, tiene 53 años y otra vez…ha vuelto a ganar.

El perfil

“… Había empezado a enterrar unos poderosos mandamientos sobreentendidos pero imperantes en el mundo del fútbol: la importancia de ganar por encima de todo, la imposibilidad de conciliar el principio de alcanzar las más altas cotas con el buen juego, o esa idea tan extendida que consideraba obsoletos los valores esenciales de la deportividad y el respeto…Pep decidió ir contracorriente porque todo ello atentaba contra sus creencias…”- nos cuenta Guillem Balagué en su monumental pieza, Pep Guardiola: Otra manera de ganar y esa es la definición perfecta de un personalidad única, de una leyenda.

Cuando Guardiola arribó al banquillo del filial del elenco culé, habían pasado 17 años de aquel debut contra el Cádiz en diciembre de 1990, la época dorada del Barcelona de Johan Cruyff; Ligas, aquella Champions en 1992 contra la Sampdoria, también la selección española y los Juegos Olímpicos del 92, más tarde el Mundial de 1994 y la Eurocopa del 2000…era Guardiola, un tipo sencillo y afable, aquel del toque sutil e inteligencia precoz para leer los juegos, al que todos querían, Ferguson, Wenger, todos;  el hijo de un albañil que pudo terminar sus días allá en su natal Sampedor, pero como tantos otros se enamoró del fútbol y prendido quedó.

  • Es el heredero- dijeron al momento de su llegada, ese día de 2007, el alter ego de Cruyff, el hijo prodigo que vuelve a casa, el hombre que acabaría con la crisis y cinco años después, a mediados del 2012, tras una estruendosa derrota contra el Chelsea en semifinales de Champions, Guardiola dijo adiós.

Se iba con 14 títulos; Ligas Copas, Supercopas, Champions, con esos 14 títulos y el pedigrí de ser considerado en ese momento el mejor entrenador del mundo.

Lo criticaron sin conmiseración, que sí debía quedarse, que en la derrota era fácil abandonar y salirse y dejar todo, que ese era el momento para defender a ultranza su filosofía, la posesión desmedida y el pase exacto, cual finos trazos de un lienzo, pero no, Pep decidió pasar página.

El peregrino

Partió hacia Alemania y durante tres años, entre 2013 y 2016, siguió ganando con el Bayer de Múnich, fueron otros siete títulos, Bundesligas, Copas, Supercopa y Mundial de Clubes.

En el verano del 2016 recaló en Manchester y cuando algunos se atrevieron a darlo por acabado, ha mantenido el guion con el City, sumando 5 coronas en Premier League, 4 Copas de la Liga, 2 Community Shield, 2 FA Cup y hace solo minutos, allá en la mítica Estambul, después de tanto buscarla, luego de ese fracaso frente al Chelsea en 2021, Guardiola añadió otra Champions a su historial.

El hijo del fútbol y del tiempo

Dicen que fue por suerte, la suerte y el dinero, que su equipo jugó mal, muy mal incluso, dicen eso y aquello y lo otro y seguirán diciendo, pero es normal, es la otra parte del guion en esta trama que nos devela en cada momento las más puras facetas de un hombre de éxito.

Otro triplete, como aquel del 2009 con el Bacelona y dicen que fue por suerte, sin embargo, cuando Rodri marcó ese gol, me convencí de que una vez más los dioses de este maravilloso deporte decidieron hacer justicia con Pep, el hijo del fútbol y del tiempo.