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El mundo del fútbol se ha paralizado de nuevo este sábado con el primer título en la historia del club inglés Manchester City en la edición 2022-2023 de la UEFA Champions League, al vencer por la mínima al Inter de Milán; pero con el detalle de que no es el primero que celebra su entrenador Joseph Guardiola.

Considerado uno de los mejores del mundo, para muchos el mejor, con solo 14 años de trayectoria en el banquillo, pero que por alguna razón extraña, así como tiene sus seguidores y admiradores, tiene cualquier cantidad de detractores.

Alguien que hizo historia en su primera incursión como entrenador en las filas del FC Barcelona, cuando ya con pocos meses de haber debutado ganara aquel famoso sextete del 2009, el cual generó una matriz de opinión que lo terminó catapultando como una especie de “revolucionario del fútbol”.

Otros un poco más extremistas le comenzaron a denominar como el “reinventor” de este deporte, lo que quizás haya desatado la furia de quienes hoy le adversan, sobre todo los seguidores del club Real Madrid, archirrival por excelencia del conjunto catalán.

Pero al parecer no se trataba solo de una típica y común rivalidad deportiva; sino de poder completar en aquel entonces las denominadas “3 G” del fútbol, es decir, ganar, gustar y golear.

Algo que se le daba muy bien teniendo un equipo conformado por hombres como Lionel Messi, Xavi Hernández, Andrés Iniesta o Sergio Busquets; prácticamente nada le podía salir mal.

Y en efecto, se caracterizó por dominar ampliamente la posesión del balón en cada partido, algo que quiso mantener durante toda su estadía en Barcelona, indistintamente de las piezas con las que contaba.

Este mismo estilo lo trasladó a Alemania con su llegada al Bayern Munich, el equipo que ha dominado la Bundesliga por los últimos 11 años, y por supuesto con Guardiola al mando logró ganar 3 seguidos desde el 2014 al 2016. Sin embargo, ya le comenzaban a señalar que le faltaba ganar en la máxima cita continental.

Entonces llegara un nuevo cambio de aires hacia la considerada liga más competitiva del planeta, y con una nómina multimillonaria como la del City; no tenía ni a Messi ni Iniesta, pero se mantenía fiel a su estilo, con algunos referentes de la propia selección de Inglaterra.

Este mismo año alcanzó su quinto título en la Premier League, además de la muy tradicional FA Cup, pero por supuesto siempre le falta algo; sí, la “orejona” que le ha sido esquiva desde el 2011.

Y por supuesto, sus detractores con su narrativa común de que “hasta que no gane una Champions League fuera del Barcelona y sin Messi en su equipo, no podía considerarse como el mejor entrenador de este deporte”.

Este sábado les ha dado justo en donde más les duele; no solo por finalmente ganar esta competición con un club distinto al de sus inicios, sino por hacerlo también sin necesidad de acaparar toda la posesión de la pelota, sin golear y sin ser tan vistoso, y de paso defendiendo bien en los minutos finales. ¿Era eso lo que querían? Allí lo tienen.

¿Qué más se le puede pedir a “Pep”? Por los momentos toca aplaudirle y reconocerle que cuando supo que debía retroceder lo hizo y el objetivo se ha logrado, aunque haya sido con sufrimiento; total, ese también viene incluido.