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Paulo Ricardo Figueiro Silva, más conocido en el mundo del fútbol sala como Kaká, es un nombre que ha dejado una huella imborrable en el deporte. Nacido en Aracaju, Brasil, en 1977, su historia comienza en la infancia, donde el fútbol sala capturó su corazón desde una edad temprana. A los cuatro años, ya se encontraba en la cancha, formando parte de un equipo escolar. “Siempre ha sido mi pasión”, recuerda Kaká, enfatizando cómo este deporte se convirtió en su vocación.
A mediados de los años 90, Kaká forjó una sólida carrera en el fútbol sala brasileño, destacándose en varios clubes de Sergipe antes de hacer las maletas hacia el sur de Brasil, una de las regiones más ricas en historia y tradición de este deporte. Durante esos años, su habilidad y dedicación lo llevaron a jugar en equipos de renombre, como el Barcelona y Las Palmas en España. Sin embargo, fue en 2004, cuando recibió una oferta del Spartak Shelkovo en Moscú, que su vida dio un giro significativo. “Estaba decidido a ir allí”, afirma. “Rusia se había convertido en una auténtica potencia en el fútbol sala en ese momento”.
La decisión de mudarse a Rusia no fue fácil. A los 27 años, se enfrentó a un entorno desconocido, donde no muchos brasileños hablaban ruso y la escasez de entrenadores representaba un desafío adicional. Sin embargo, su determinación lo llevó a adaptarse rápidamente. “Lo primero que hice fue aprender el idioma y, después, comencé a ayudar a los equipos con su preparación táctica”, explica. Así comenzó su transición de jugador a entrenador, un proceso que le permitió descubrir su verdadera vocación en el deporte.
La carrera de Kaká como jugador se extendió hasta 2012, momento en el que ya comenzaba a contemplar su futuro como técnico. A lo largo de su trayectoria, no solo brilló en la cancha, sino que también acumuló un vasto conocimiento que luego aplicaría en su carrera como entrenador. Durante su tiempo en Rusia, ganó la Superliga rusa de fútbol sala en dos ocasiones y la Copa de Rusia, cimentando su reputación como un líder estratégico en el deporte.
En 2018, la oportunidad de dirigir a la selección de Kazajistán llegó a su vida. Su conocimiento del fútbol sala y su experiencia en la región fueron cruciales para establecer un equipo competitivo. En el Mundial de Futsal de la FIFA 2021, Kazajistán sorprendió al mundo al llegar a las semifinales. “No mucha gente esperaba que lo hiciéramos tan bien”, recuerda Kaká. Su equipo demostró su valía al derrotar a Tailandia con un contundente 7-0 y luego superar a Irán en un emocionante encuentro que terminó 3-2. Su camino se detuvo solo ante el eventual campeón, Portugal, pero el legado de esa participación dejó una marca indeleble en el fútbol sala kazajo.
Ahora, en Uzbekistán 2024, Kaká se enfrenta a un nuevo desafío: la selección argentina en los cuartos de final. Con la mirada fija en el triunfo, el entrenador brasileño ha logrado construir un equipo cohesionado y lleno de talento, dispuesto a dar la sorpresa en este torneo. “Hemos trabajado duro y tenemos confianza en nuestras capacidades”, declara, mientras se prepara para el partido que podría definir su carrera.
La historia de Paulo Figueroa es un testimonio de perseverancia, pasión y dedicación al fútbol sala. Desde sus humildes comienzos en Brasil hasta convertirse en una figura destacada en Kazajistán, su trayectoria sigue inspirando a jóvenes futbolistas y entrenadores en todo el mundo. Con un futuro brillante por delante, Kaká no solo busca un triunfo en el Mundial, sino también dejar un legado en un deporte que siempre ha amado.
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