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Acabó, como en cuestión de días acabará el año y el fútbol seguirá, en todos lados seguirá, el mundo moderno no se puede dejar de ver sin la perspectiva que impone el balón rodando en el Bernabéu, en Stamford Bridge, el Allianz Arena o en el Monumental. El fútbol seguirá, pero el Mundial acabó, se sigue hablando y se hablará por siempre, pero acabó y la sensación de nostalgia es inmensa, de nostalgia y un poco más.
Fue un mes atípico, no fue a mediados de año, como ha sido habitual, como lo fue hasta Rusia en 2018, pero igual, fue un mes, un mes atípico que se vivió con sensaciones atípicas y otra vez la idea del tiempo deteniéndose, nos da la medida que en esos días finales de noviembre allá en Qatar, el mundo entero posó su mirada en suelo islámico.
Solo fútbol
Todos lo saben, lo sabían antes de aquel pitazo inicial en el Ecuador- Qatar, desde ese 20 de noviembre, la gente no hablaría de Champions, tampoco de Liga o Premier, solo sería el Mundial, el Mundial y nada más. Atrás, al lado, en lo más recóndito de las conciencias quedarían los problemas, la tristeza, las deudas del alquiler, la mala suerte en los negocios y en el amor incluso; el fútbol tiene eso, te quita, te puede quitar, pero siempre, siempre te da más hasta llegar a grados insospechados de felicidad, una felicidad que solo pueden ser capaz de sentir aquellos locos furibundos que se pasman ante el fino trazo de un pase, un potente cabezazo y una colosal atajada.
Pasó de todo, se admiró al loco de Hervé Renard luego de aquella victoria inicial de Arabia Saudita y un mes después pocos se acordaron de que su profecía sobre el título de Argentina se cumplió- serán campeones-había aseverado el francés. De igual modo, quedamos atónitos con el triunfo del increíble Japón ante Alemania y la potencia desplegada por Francia, Portugal y Brasil, sin embargo, hasta semifinales, una percepción marcó la pauta y era la que dejaba entrever la posibilidad de que cualquier equipo podía ganar, hasta Croacia y el sorprendente elenco de Marruecos.
Hasta ese momento, durante los cruces, no había certeza y si las aguas tomaron su nivel con las victorias de Francia y Argentina, la huella dejada por balcánicos y magrebíes, fue hermosa, sin dudas de las grandes historias en estas jornadas a finales de 2022.
Hermosas páginas de gloria
Los croatas de la mano del sensacional Luka Modric, llegaron al podio de manera consecutiva, pues al segundo lugar en 2018, le sumaron en Qatar, como en 1998, una medalla de bronce que supo a oro.
Por su parte, los “Leones del Atlas” de Walid Regragui escribieron quizás, las páginas más gloriosas del certamen, siendo el primer seleccionado africano en llegar a una semifinal y sentando un punto de quiebre en cuanto a la hegemonía de los europeos y americanos en estas lides, luego de dejar en el camino a potencias como Bélgica, España y Portugal.
La gran decepción
Otra vez quedó Brasil, que ya tendrá que esperar 24 años para volver a soñar con la sexta, como Inglaterra que parece destinada al fracaso perpetuo y muchos se siguen preguntando a estas alturas que hubiese sido de la pérfida Albión sin aquel gol fantasma en 1966, del que todavía se habla.
Al final, ganó Argentina, tal vez como un justo campeón, puede que el campeón que de modo más convincente haya ganado en los últimos 30 o 40 años, se había hablado y escrito, se habló y se escribió, se hablará y se escribirá y se seguirá haciendo todavía por los mejores, Caparrós, Villoro y Hernán Casciari, quien hizo llorar a millones, al propio Messi incluso, contando la visión del triunfo desde la mirada de los emigrados, de los que no están o no han estado en Argentina durante años, veinte, treinta años; fue lindo, lindísimo, así sin más.
Y Messi no se calló mas
En este punto, otra idea se impone y es que buena parte de entendidos y aficionados, dan como un hecho que este Mundial será recordado como el Mundial donde Messi no se calló más, dejó de ser tímido y parco para volverse un fresco, alguien con un atrevimiento sutil, pero necesario y de esa sutileza emergió un nuevo Messi y ya saben lo que pasó, Argentina ganó y Leo alzó la copa en el Lusail y no pudo haber mejor transición para un epílogo que ni soñado se hubiese pensado así.
El Mundial acabó y la resaca por fútbol se vuelve igual de protagonista, acabó hace solo días, el pasado domingo y ya se extraña, se quiere que llegue 2026 y suene el silbatazo. Se acabó el Mundial y otra vez regresaran los problemas, las deudas, los malos amores, la mala poesía, las guerras, las crisis y el hambre, pero en la conciencia de todos quedará este bendito mes, cuando fuimos siquiera un poquito más felices; bendito fútbol, bendita felicidad, bendita resaca, bendito Messi…
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