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Con la llegada del mes de diciembre comienzan las firmas internacionales. Pueden ser para Estados Unidos, Japón, Taiwán o Corea. Bueno, cuando esto ocurre comienza, como en efecto ocurre ahora, una estampida de peloteros, criollos e importados, que bajan el interruptor y no va más.
Ya se supo lo de Arístides Aquino, quien firmó por más de un millón de dólares con los Dragones de Chunichi y detuvo su participación en Lidom con los Tigres del Licey. Hace una semana vimos como el cubano Guillermo Heredia, quien venía con las Estrellas Orientales por el resto del año, como lo dijo el gerente general de los paquidermos Félix Peguero en días pasados, compró el boleto de regreso al rubricar con una novena asiática.
Ahora le tocó el turno a los Toros del Este con Julio Teherán. El colombiano, quien estuvo todo el año con las reses, soltó este martes contra las Águilas Cibaeñas su último partido, debido a que fue firmado por los Padres de San Diego.
El acuerdo con el neogranadino es de ligas menores, con invitación a entrenamientos. Si hace el equipo le pagarán seis millones de dólares. Una razón de peso para no seguir participando en el torneo local.
Hablamos de un pitcher que soltó ocho juegos con los dulces y que era uno de los pilares de la rotación. Se baja del barco en el momento más inadecuado, puesto que lo necesitarán en esta recta final.
Otro ejemplo es Orlando Calixte. El criollo, uno de los puntales de las Águilas Cibaeñas, dejará de jugar con la tropa santiaguera el 10 de diciembre, debido a un contrato que consiguió con el beisbol japonés. El toletero logró gestionar un permiso hasta esa fecha, porque los nipones querían pararlo de manera inmediata.
¿Recuerda a un jugador llamado Sócrates Brito? Pues el criollo, hasta el año pasado consecuente con las Estrellas Orientales, consiguió renovar su contrato en la pelota coreana y le dijo a los paquidermos que no contaran con él.
Aunque no sólo son los asiáticos quienes arrebatan los peloteros al mercado local. Los dueños del circo, la MLB, ya comenzó a llamar para sugerirle a sus prospectos que descansen.
El caso más emblemático fue el de Elly De La Cruz, quien hace una semana fue mandado a parar por los Rojos de Cincinnati. Ahora también se conoce que Eguy Rosario no juega más con las Águilas por órdenes expresas de su equipo en las mayores, los Padres de San Diego.
Y hay otros casos más. Por eso no se extrañe cuando escuchen de “paradas” intempestuosas y repentinas. O de peloteros que, de repente, fueron a cumplir compromisos personales y no regresen. Todo esto es normal en la pelota invernal por una simple razón, esta es una fiesta con músicos prestados y con pocos recursos.
No hay equipo en toda la cuenca del Caribe que puede detener a un jugador y asegurarle el dinero que le ofrecen allende los mares. No hay. Por eso hay que aceptar la realidad y resignarse cuando suene el teléfono y del otro lado le digan al jugador que se tome un descansito.