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En un país históricamente dominado por la narrativa masculina en el deporte, un grupo de mujeres ha irrumpido con fuerza para transformar el panorama atlético nacional. En los últimos cinco años, el atletismo femenino dominicano ha vivido un ascenso meteórico que no solo se mide en medallas, sino en orgullo e inspiración.
La líder de esta revolución es Marileidy Paulino, oriunda de Don Gregorio, Nizao, y actual campeona mundial de los 400 metros planos. Desde su medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 hasta su oro en el Mundial de Budapest 2023, Paulino ha marcado un antes y un después. No solo ha roto récords nacionales, sino que también se ha convertido en la primera mujer dominicana en coronarse campeona del mundo en atletismo.
A su lado, Fiordaliza Cofil se ha consolidado como otra fuerza dominante en el equipo de relevos y en competencias individuales. Su versatilidad en los 200 y 400 metros ha aportado profundidad y consistencia al grupo. Juntas, formaron parte del relevo mixto 4×400 que hizo historia en Tokio, al conseguir la primera medalla olímpica para Dominicana en esa modalidad.
Lo que hace aún más admirable este fenómeno es el contexto. Muchas de estas atletas se han formado en condiciones limitadas, con escasos recursos y acceso restringido a pistas de primer nivel. Aun así, han vencido adversidades con trabajo, sacrificio y una resiliencia admirable. Hoy, entrenan en centros de alto rendimiento, compiten en los mítines más prestigiosos del mundo y son protagonistas en las portadas deportivas.
Además del éxito individual, estas atletas han transformado la percepción del atletismo femenino dentro del país. Cada victoria de Paulino o Cofil inspira a niñas de todas las provincias, muchas de ellas ahora inscritas en programas de iniciación que buscan seguir sus pasos.
La Federación Dominicana de Atletismo, consciente de este auge, ha empezado a priorizar la inversión en el desarrollo femenino. Aún falta mucho por hacer, pero la base ya está construida: una generación dorada que ha demostrado que la velocidad también tiene rostro de mujer en República Dominicana.