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Vengo a contar una historia, una de esas que no se ha contado bien, al menos como se debe, tal vez ni ha sido pensada siquiera, puede que, por conciencia, por uno de esos corrientazos inesperados que te sacuden el alma, hoy me inspire a hacerlo.

Es la historia de un afrodescendiente, sí,  de un  hombre del que hoy casi ni se habla, tal como pasa con aquel hombre, el de La cabaña del tío Tom, o aquel otro de Doce años de esclavitud o como la célebre sirvienta de Lo que el viento se llevó; todos afrodescendienes, olvidados, despreciados, reducidos a nada.

Todo comenzó en Denver

Y sí, es afrodescendiente, tiene poco más de 40 años, pero antes tuvo 30 y también 20 años y allá en Denver, donde nació un 10 de marzo de 1979, debió aceptar lo que significaba nacer con esa condición, la de afrodescendiente ; el hecho de sopesar la xenofobia, el odio, la arrogancia, el desdén.

Su nombre es John- Blair, pero la mayoría lo conoce como J.B y de seguro, si usted ama el baloncesto y sigue la NBA, ha leído de él, como nunca antes en estos últimos meses.

Sigue sin tener el impacto mediático de otros, la mayoría continúa hablando de Gregg Popovich, Joe Mazzulla, Steve Kerr, Mike Budenholzer, de este y de aquel y él allí, de modo callado, hablando con hechos, esculpiendo su leyenda en el lejano Ohio.

Los hitos de John- Blair

John- Blair o J.B Bickerstaff, como usted prefiera, se trata de la misma persona, ese que, en su momento, allá a inicios de los 2000 se convirtió con apenas 26 años en el entrenador más joven de la NBA.

Treinta años antes, en 1973, su padre Bernie había trazado el camino, siendo no solo el asistente más joven en debutar, también el primer afrodescendiente.

Por esos vericuetos del destino, cuando J.B comenzó su andar en los banquillos allá en Charlotte, el viejo Bernie gastaba sus últimas balas con los Bobcats.

La obsesión de John- Blair

Era una tradición arraigada donde el amor por las duelas y ese sonido sutil de las canastas, como si de un chasquido de dedos se tratase, esto le daba sentido a todo.

John – Blair siempre ha sido un tipo obsesivo, desde que a los 17 debutó con Oregón siendo el jugador más joven en irrumpir en los tabloncillos de la NCAA I.

Hoy al escribir, tras indagar en escritos de la época, se puede leer que ese hombre de calvicie pronunciada y mentón prominente, al que podemos ver en el banquillo de los Cleveland Cavaliers estaba destinado a triunfar.

La épica

Vino desde abajo, cayo varias veces, sopesó el odio y el menosprecio, pero nunca cejó, más bien siguió adelante, fue bueno en la Universidad, fungió como narrador de radio de los Timberwolves, llegó a Charlotte, después fue a Houston como segundo del mítico Kevin McHale, siempre mostrando su mejor versión.

Vivió a las sombras, tras bambalinas vio pasar el tiempo y en 2015, de pronto llegó su gran momento.

Fue en noviembre y tal como los reseña NBA.com, Bickerstaff asumió como entrenador jefe de los Rockets luego del despido de su mentor McHale.

El gran momento

Como si de movimientos de una misma sinfonía se tratase y en medio de una desbordante incertidumbre, la caída del maestro propició el ascenso del pupilo más aventajado y meses después, ante la mirada atónita de fanáticos y especialistas, John – Blair, el hijo de Bernie clasificaba a los Rockets a playoffs, tras concluir octavos en el Oeste dejando una forja de 37-34, instancia donde quedarían eliminados por los Warriors.

Un guion similar veríamos en Memphis, sí, pues hasta aquel rincón de Tennessee llegó Bickerstaff para asumir como asistente otra vez, pero en menos de un año acabaría siendo despedido luego un breve período como entrenador principal.

La antesala del éxito

Ese era el hombre que llegaba a Cleveland en 2019, el mismo que en 2020 volvió a ser el paño de lágrimas de una gerencia, llenando el hueco de entrenador jefe, sin embargo, en esa ocasión las cosas serían diferentes.

Bickerstaff arribó en verano, cuando la afición de los Cavaliers comenzaba a aprender a vivir con la partida de LeBron James, aferrándose más al recuerdo de aquel anillo en 2016 que a hechos concretos.

Tras el fracaso del proyecto John Beilein, J.B saltó a la palestra, rebasó un difícil curso 2020-2021 y cuando la lógica apuntaba a otro despido, en la zafra 2021-2022 fuimos testigos de la antesala de esto que a estas alturas de abril está a punto de tomar forma como una de las grandes épicas de los últimos años.

Los Cavaliers quedaron fuera de la postemporada, pero esa marca de 44-38 permitía avizorar lo que vendría…

La llegada de Donovan Mitchell fue el eslabón final que necesitaba J.B para ajustar su maquinaria y esa dinámica de grupo perfecta junto a Darius Garland, Jarret Allen, Caris LeVert y Evan Mobley.

La mentalidad de John- Blair

El pelear cada juego hasta el último segundo, la solidez defensiva y el equipo por encima de todo, descollan como claves del éxito de los Cavaliers y de John- Blair Bickerstaff en esta campaña.

Al momento de darle forma a este texto, con registro de 48-30, Cleveland se afianza en la cuarta plaza del Este, asegurando un puesto en postemporada y desde ya, lanzando candidatura.

Será un regreso legendario, siete años después de aquel título frente a Golden State y sin lugar a dudas, aunque pocos hablen de ello y prefieran voltear la mirada, John- Blair Bickerstaff estará allí como el gran arquitecto, con méritos suficientes para ser considerado el Mánager del Año, tal vez el justo premio a una trayectoria memorable, la misma que empezó en ese tiempo donde un hombre como él, tenía prohibido soñar.