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Hay cierto brillo en esa mirada de Tom Seaver allí, detenido en el tiempo, imponente desde su majestuosa figura frente al Citi Field, para muchos como una especie de celoso guardián de los mejores momentos de los Mets de Nueva York.

Y es que no se puede hablar de la historia de los Mets en los últimos 60 años sin mencionar a Seaver y su monumento por ende, trasciende más allá de la impresión que causa esa mole metálica situada en ese pedazo de tierra a orillas del río Hudson.

Debía empezar por aquí, hubiese sido un sacrilegio no hacerlo, pues  lógicamente, el pasado con todos sus matices construye el presente y en consecuencia no podemos desligar uno del otro. Los Mets no ganan una Serie Mundial desde 1986, cuando en un legendario playoff ante la mirada atenta del propio Seaver, lograron imponerse a los Medias Rojas de Boston.

Habían pasado 17 años desde que en aquel increíble 1969, los Mets se llevaran el anillo, cambiando desde entonces el guion nefasto que marcaba su existencia, ese que mostraba a un equipo perdedor.

El presente

Hoy, mirando en retrospectiva, a solo horas de que  arranquen los Entrenamientos de Primavera de este 2023,  vemos pasar ante nuestros ojos como en sucesivos fotogramas de una película todos esos acontecimientos narrados con anterioridad; 1969, 1986, después la era Mike Piazza, la Serie del Subway en el 2000, quince años más tarde el volver a llegar al Clásico de Otoño, volver a perder, la frustración, la apatía, el rencor sigiloso hacia el uniforme de telas a rayas, así, llegamos a este día de febrero, mientras escribo.

Ya hace un año se habló y fue en un tono similar, debía ser el gran año, en las miradas de Steven Cohen y Buck Showalter se palpaba la obsesión por ganar, llegar al menos a la Serie de Campeonato; estaban Max Scherzer y  Jacob DeGrom, con ellos, los Mets no podían perder, pero en 162 juegos, todo puede pasar y así sucedió…

Las lesiones retrasaron la entrada de los dos ases y ante su ausencia, el viejo Showalter debió solventar con las armas disponibles la situación y le funcionó, en un primer momento las cosas salieron bien.

El barco andaba, lo hacía con buen rumbo; entre Carlos Carrasco, Chris Bassitt y Taijuan Walker se ganaban los juegos, a la vez que con el bate, Pete Alonso, Francisco Lindor, Jeff McNeil y Starling Marte se encargaban de hacer el trabajo.

No fue un final feliz

Mientras se aguardaba por la llegada de los estelares, la estrategia marchaba casi a la perfección pero de a poco, con el avance de la temporada, los de Queens se fueron apagando y de tener más de 10 juegos de ventaja respecto a los Bravos de Atlanta, vieron como para el parón por el Juego de Estrellas, esa diferencia se esfumaba, ya con Scherzer y DeGrom activos en la lomita.

El final de la trama la saben, acabó hace unos cuatro meses, los Mets terminaron perdiendo in extremis el banderín y con posterioridad no pudieron ante el empuje de unos enardecidos Padres de San Diego y en esa imagen de Max Scherzer, mirando hacia la tierra del box allí en el Citi Field, triste y meditabundo tras recibir un jonrón de Manny Machado, en esa imagen se recogía todo… de nuevo el fracaso.

¿ Será el año?

De cara al 31 de marzo, los neoyorkinos se vuelven a mostrar con el potencial suficiente para contender, no cuentan con  DeGrom, tampoco están Walker ni Bassitt, pero a cambio, llegaron Justin Verlander y Kodai Senga, quienes junto a Scherzer conformarán uno de los tríos de abridores más imponentes del béisbol.

Sin embargo la idea del deja vu emerge otra vez; tras decantar la opción de Carlos Correa por problemas en las pruebas médicas del boricua, los Mets deberán afrontar la nueva campaña con las mismas armas ofensivas del curso anterior; Alonso, Lindor, McNeil, Nimmo, Marte y en este sentido la pregunta irrumpe…¿ será suficiente para aspirar a algún resultado?

Los fieles quieren creer, los escépticos piensan que como una especie de maldición, volverán a fracasar, la realidad deja entrever la posibilidad de un gran salto, en unos días veremos un pequeña muestra de lo que podría venir y en consecuencia hacernos una idea. Mientras tanto, Tom Seaver seguirá allí.

¿ Usted qué cree?, ¿ Será el año de los Mets?