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Después de salir así de Nueva York, como si fuese un trapo sucio cualquiera, que un día deciden desechar de súbito, sin hablar casi… después de eso, muy pocos vuelven, pero él lo hizo.

En ese momento, hace tan solo unos meses, quedaba muy poco de la estampa de aquel pitcher campeón en 2016 con los Cachorros de Chicago, el de los más de 300 juegos salvados…  a sus casi 35, Aroldis Chapman se iba del Yankee Stadium por la puerta de atrás.

El heredero de Mariano Rivera se despedía a la francesa, como una especie de paria moderno, con unas cuantas millas menos y un acentuado descontrol que lo hacía lucir algo mediocre.

Se llegó a especular sobre un hipotético final, que ya no estaba hecho para Las Mayores, que debía ir para Asia o a probar suerte en México o República Dominicana, se dijo de todo, pero el antillano siguió allí, reinventándose, estando siempre, una y otra vez, como el dinosaurio de Monterroso… esperando el momento.

La nueva oportunidad

En este contexto, la noticia de que Chapman pactaba con los Reales de Kansas City, fue entendida por algunos como el pérfido preámbulo del estruendoso final, sin embargo, otros, lo vieron como la oportunidad soñada para renacer y darle un nuevo aire a su carrera y así fue.

Sin el impacto mediático de antes, el cubano volvió a recuperar su ritmo de antaño en Kauffman Stadium; las 100 millas, su actitud ganadora y ese rictus pesado que aflora tras cada ponche como señal fidedigna de su poder.

El regreso

El caribeño vio acción en 31 partidos, dejando forja de 4-2, con efectividad de 2,45 y 53 ponches en 29,1 tramos de labor.

Al mismo tiempo, “El misil” salvaba dos partidos y legaba un whip de 1,22 y así, cuatro meses después de aquel Día Inaugural, era un hecho… estaba de regreso.

Los argumentos estaban y quizás por esto no sorprendió del todo su llegada a Arlington para vestir la franela de los Vigilantes de Texas.

Dicen que el propio Bruce Bochy lo había pedido, que llevaba tiempo tratando de llevarlo al Oeste de la Liga Americana, que le ilusionaba la idea de tener un cerrador con ese pedigrí, que con Aroldis en el Globe Life Field, esa quimera de octubre podía hacerse realidad.

En Texas continuará la historia

Luego de 7 siete salidas perfectas, Chapman falló hace par de jornadas contra los Astros de Houston, allí en el Minute Maid Park, ese pedazo de tierra que parece no puede pisar; así y todo, sus números, su velocidad constante, su condición imponente ante cada reto, lo dicen todo… está listo.

Cuando menos lo pensaban volvió y su presencia refrenda esa perspectiva que pone en contexto a los Vigilantes y si hoy en Texas renace la esperanza del posible retorno a la postemporada e incluso de llegar a la Serie Mundial, es en buena medida porque “El misil” esta allá, esperando para salir al ruedo.