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De eso casi nadie se acuerda, fue hace seis años, pero en perspectiva tal parece que han pasado diez o quince, tal vez más, como sea, la idea de que allá por 2017, Giancarlo Stanton fue el flamante MVP de la Liga Nacional parece haber quedado relegada en el tiempo.
Es así, el hombre que parecía destinado a dominar el béisbol después de aquel año, con más veras tras su llegada a Nueva York, aquel hombre ha visto como las lesiones han eclipsado una proyección que apuntaba hacia la grandeza.
Antecedentes
El historial es largo, tan largo como esos batazos descomunales que con total normalidad dispara a 120 millas por hora y hasta más y en este sentido, habría que remontarse al año 2011, cuando en su segunda temporada con los Marlins, luego de un pletórico debut (bateó 259 con 22 jonrones y 59 impulsadas en su temporada de novato en 2010); en aquella zafra de 2011 debió visitar varias veces la enfermería por problemas en las rodillas.
Un año después en 2012, justo cuando se aprestaba para asistir a su primer Juego de Estrellas debe ir al salón de operaciones, quedando fuera del clásico de mitad de temporada y perdiéndose casi 40 juegos en esa campaña.
Y así, llegó aquella lesión en el muslo en 2013, el pelotazo propinado por Mike Fiers en 2014, la ruptura del hueso ganchoso en 2015 (jugó solo 74 encuentros) y una distensión en la corva en 2016.
Flashback
Al mismo tiempo que sobrepasaba los 200 jonrones, con apenas 26 años, el silencioso estigma de las lesiones, ese que al día de hoy se ha vuelto su peor enemigo, comenzaba a tomar forma por aquel entonces.
En ese contexto llegó aquel año 2017, un promedio de 281, 59 jonrones, 132 impulsadas y por dos votos superó a Joey Votto en la carrera por el MVP de la Liga Nacional, pero tras el último juego de la etapa regular, todos sabían que Stanton era en toda la línea, el claro favorito.
La vuelta de tuerca
En diciembre llegó a los Yankees, luego de aquella novela donde primero fue cambiado a los Cardenales de San Luis, luego a los Gigantes de San Francisco, para después de ejercer la cláusula estipulada en su contrato, recalar en el Bronx.
Su comienzo con los Mulos no pudo ser mejor, par de jonrones en el Juego Inaugural ante los Azulejos de Toronto y en octubre tras 158 partidos disputados, legaba una average de 266, con 38 bambinazos y 100 remolques y lo más importante sin lugar a dudas, era que lograba todo esto manteniéndose saludable.
La ilusión fue efímera y para 2019, varias recaídas lo llevaron a solo vestir la franela a rayas en 18 oportunidades.
El calvario
El calvario seguiría en 2020, cuando de nuevo una distensión en el tendrán de la corva lo mantuvo activo en 23 juegos, aunque al regresar, en playoffs, fue sin dudas la bujía de los Yankees, al pegar seis jonrones e impulsar 13 en siete choques.
En 2021, todos pensamos que recuperaba su nivel de antaño, aquel de 2017, se mantuvo sano durante casi todo el año y en 139 juegos ligó para 273 de average con 35 jonrones y 97 carreras impulsadas.
Ya el año pasado lo vimos y después de un arranque atronador, sus problemas en las piernas lo llevaron en par de ocasiones a la lista de lesionados, llegando a quedar fuera de acción por casi dos meses.
La caída
Sus números bajaron de modo ostensible, pegó 31 jonrones e impulsó 78, no obstante, más allá de escueto average de 211, sus porcientos de slugging y de OPS fueron los más bajos de su carrera con 462 y 759 respectivamente.
Ayer domingo contra los Gigantes de San Francisco, Stanton la mandó a la segunda sección del Yankee Stadium, un batazo a 485 pies, su segundo de la joven temporada, el 380 de su carrera.
Unas horas antes, el sábado en la noche, con bases llenas en la novena entrada bateaba para doble play, acabando con la ilusión de una remontada y quizás por ello disfruto tanto esa descomunal conexión que a la postre pudo acabar decidiendo el partido.
La expectativa
Cumplirá 34 años en noviembre y según cuentan, se ha preparado bien para esta campaña y hasta se especula de otra temporada con matices de MVP. Esto es lo que quiere ver la gente allí en Manhattan, la gente y el propio Giancarlo, pero el fantasma de las lesiones está ahí, merodeando, como una especie de halo oscuro.
Todos saben que estando bien, con salud, hablamos de uno de los bateadores más consistentes de todo el circuito, el mismo que en abrir y cerrar de ojos, luego de fallar en seis o en siete turnos, llega y en cuatro juegos pega tres o cuatro jonrones, casi siempre para concretar de algún modo una victoria.
Al momento de escribir ese texto, los Yankees se alistan para saltar a la grama frente a los Filis de Filadelfia y de seguro las miradas otra vez se posarán en él, en ese primer turno, en el segundo, en lo que haga durante el partido. Si Stanton está, los Bombarderos respiran tranquilos, tienen una tabla de salvación, una garantía de posibles éxitos y a esto también se aferran todos.
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