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Aunque muchos saben o intuyen la manera en que Randy Arozarena llegó a las Grandes Ligas, la verdad es que pocos la conocen a ciencia cierta. Su historia, apasionante y desgarradora por demás, es como la de cientos de toleteros cubanos que han logrado traspasar las fronteras de su patria para alcanzar su sueño de jugar en la mejor pelota del mundo. Sin embargo, casi nadie tiene cosas tan crudas y pesadas que relatar como el hoy estrella de los Rays de Tampa Bay.
Lo curioso del caso es que el oriundo de Pinar del Río no se calla y constantemente habla de lo que le incomoda o le incomodó en su pasado, por lo que no es extraño conocer de su propia boca las vicisitudes que debió atravesar para estar hoy donde está.
De hecho, se ha declarado siempre un acérrimo opositor al gobierno de su país y afirma que no jugará con la selección nacional hasta que el mismo cambie. Por eso no fue raro verlo con México en el último Clásico Mundial de Béisbol y tampoco lo es escuchar su última entrevista.
En una conversación con FOX Sports, el jardinero contó varias cuestiones personales entre las que destaca una por encima del resto: la muerte de su progenitor. Sobre el lamentable y sentido hecho, el atleta representado por Boras Corporation confesó:
“Mi papá me fue a ver en un juego de playoffs, el juego era como a las 7 de la noche, pero mi papá llegó al campo como a las 5 de la tarde. Yo estaba en el hotel aún y mi papá falleció ahí en la grada”. Dijo Arozarena con lágrimas en los ojos.
También detalló que esto lo motivó a salir de Cuba un día como a las 3 a. m. en una lancha, con el temor de ser atrapado por la policía costera y también con la incertidumbre de si iba o no a llegar hasta la otra orilla. No obstante, asevera que no se arrepiente de la decisión tomada.
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