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Aquel fue un mes de marzo atípico, corría el año 2006 y los ojos de los fanáticos del deporte estaban puestos en la Copa del Mundo de Alemania y el fútbol, como era de suponer acaparaba titulares en los principales medios deportivos.
Era así, todos esperaban con ansias el partido inaugural entre teutones y costarricenses pero como por arte de magia, cuando nadie o muy pocos lo imaginaban, la MLB concretó una idea que convertiría en realidad el sueño de millones en el orbe, un torneo global, similar en su esencia al máximo certamen futbolístico y en el cual estarían inmersos los mejores jugadores de béisbol, incluidos los de Grandes Ligas.
Fue algo brusco, que irrumpió de súbito, pero así nació el Clásico Mundial, como si de una especie de fabula se tratase y desde aquel entonces, primero cada tres años y después cada cuatro, desde entonces, el mes de marzo no ha vuelto a ser un mes cualquiera.
En la memoria
Diecisiete años después, todavía permanecen bien frescos en la memoria aquellos recuerdos de la edición inaugural y las historias memorables que se escribieron sobre la grama de los terrenos en Puerto Rico, Japón y Estados Unidos.
La mayoría esperaba y hasta daban como un hecho que el campeón saldría entre norteños, venezolanos y dominicanos, elencos que fueron a la lid con lo más valioso que podían tener en ese momento, pero no, no fue así, solo los quisqueyanos accedieron a la instancia semifinal, momento donde la poderosa toletería liderada por hombres de la talla de David Ortiz, Albert Pujols, Moisés Alou y Adrián Beltré, fue eclipsada por un equipo cubano que apoyado en un juego efectivo, matizado por el buen pitcheo, no se detuvo hasta discutir la corona del evento.
Nadie lo esperaba y sí, contra todo pronóstico, Cuba y Japón fueron los finalistas del torneo y hoy solo basta con googlear para saber lo que ocurrió ese día, allá en el Petco Park de San Diego.
Un poco de historia
Los nipones se impusieron 10-6 y con el ponche a Yulieski Gurriel, tras decretarse el out 27, los del sol naciente concretaban una de las grandes épicas del béisbol en todos los tiempos.
La escuadra asiática tuvo varios protagonistas, desde el sensacional Ichiro Susuki, pasando por la maestría del experimentado Kosuke Fukudome y llegando hasta la excelsa faena monticular del derecho Daisuke Matsuzaka, el mismo que dos años antes, en 2004, durante los Juegos Olímpicos de Atenas, había bajado de las nubes al poderoso elenco cubano, con una soberbia actuación.
Y en este punto tal vez, a casi dos décadas de aquel suceso, muchos piensen que el MVP del primer Clásico fue el propio Ichiro, incluso Ken Griffey Jr con su extraordinario promedio de bateo, sin embargo, no fue así, el agraciado con este galardón fue el mencionado Daisuke Matsuzaka.
MVP en toda la dimensión
El que acabaría erigiéndose como uno de los ases de rotación de los Medias Rojas de Boston, llegando a ganar el anillo de Serie Mundial en 2007, el mismo que había debutado a lo grande en la Liga Japonesa, allá por 1999, se llevaría el principal lauro en el magno evento.
Fue algo colosal, recoge ESPN que en 3 salidas, Matsuzaka trabajó un total de 13 entradas, ganando en cada una de sus presentaciones y dejando guardado en los registros, una escueto promedio de limpias de 1,68.
En 2009, ya siendo todo un consagrado en Las Mayores, Daisuke Matsusaka volvería a repetir como MVP, pero la estela de aquel mes de marzo del 2006, sigue siendo algo único.
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