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Todo acaba; la buena música, una copa de vino, un buen libro, el otoño y también el verano.

Todo acaba, es parte de la vida misma, los ciclos comienzan y terminan, está en la literatura, en el arte, en la filosofía.

Hace unas horas, cuando Polonia logró ese punto 25 y ganó el cuarto set y al unísono concretó su victoria 3-1 ante República Dominicana en la Liga de Naciones de Voleibol Femenino; cuando eso pasó, la idea que emergió fue otra vez esa, de que algo había acabado…

El contexto

Y en perspectiva, solo es el primer juego de la segunda semana en la quinta edición del máximo certamen anual a nivel de selecciones y algunos hablarán del tiempo, de que aun resta camino por recorrer, dirán también que es el deporte y que en el deporte se gana y se pierde, que fue la tercera derrota, que faltan siete juegos, que el momento es en septiembre, durante el Preolímpico de China y así, como si de un ciclo perenne se tratase, con el recuerdo bien fresco en la memoria de lo ocurrido en el pasado Campeonato Mundial, las cosas pudieran seguir.

Ahora hay una realidad…este no es cualquier momento para las Reinas del Caribe y el voleibol femenino dominicano, no, es el comienzo de un periplo que en poco más de un año debe acabar en París, sí, allá en la capital de Francia, justo en el instante que se corran las cortinas y den inicio los próximos Juegos Olímpicos.

Cambio de perspectiva

Esa es la realidad, sin embargo, la idea del fracaso comienza a merodear en el ambiente, pues no se trata ya de mejorar el sexto lugar histórico en Liga de Naciones, ni en ganar los Juegos Centroamericanos, ni retener la corona en los Panamericanos, no, se trata de ir más allá, de estar en la élite, en la verdadera élite, entre los 6 u 8 mejores del mundo, de regresar a unas Olimpiadas y mejorar aquel desempeño de Londres en 2012.

Luego de una primera semana de competencia, después de ganarle de forma agónica a Bulgaria y a Países Bajos, de ceder ante Japón y Brasil y tras esta estruendosa derrota frente a Polonia, se imponen las preguntas, ¿pueden las Reinas del Caribe dar el tan anhelado salto de calidad?, ¿este es el camino a seguir para el voleibol femenino dominicano?

Kwiek

En medio de este entramado un nombre sobresale, quizás como un Judas, puede que simplemente se trate de un ser humano que ya ha visto pasar sus mejores años…

Hablamos de Marcos Kwiek, sí, ese que desde 2008 lleva las riendas de la selección nacional, el mismo que se formó bajo la égida del mítico Zé Roberto allá en Brasil y que antes, como jugador, había brillado vistiendo las franelas de clubes como el Gremio y el Aché Clube.

Quince años después, si por un lado están esas 29 medallas obtenidas en las distintas competiciones internacionales para hablarnos de méritos irrefutables y de un respetado aval, por otra parte, resaltan también los hechos.

¿Es el fin de una era?

En este instante podríamos empezar resaltando la misma conformación del actual equipo que compite en la Liga de Naciones y de modo particular el caso de las armadoras, ¿es Niverka Marte nuestra única alternativa?, ¿es entendible que en más de una década no existan al menos otras dos pasadoras de nivel?

De igual modo, además del referido elemento, tenemos que ahora mismo la falta de oportunas y necesarias rotaciones pueden estar lastrando el rendimiento de jugadoras claves como Brayelin, Gaila y Yonkaira.

No se piden los tiempos en el momento adecuado, ni se hacen los cambios que las situaciones de juego obligan, tal como sucedió en ese partido ante Polonia, cuando en el segundo set, con el choque igualado a 28, Kwiek dejó con el servicio a una jugadora que tiende a dejar la bola en la red y ya todos saben lo que sucedió después.

Lo que antes parecía un sinsentido, ahora adquiere total veracidad… ¿Marcos Kwiek está obsoleto?, es una disyuntiva que emerge y como tal se debe asumir y en consecuencia tomar decisiones, ¿usted qué cree?