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La simetría, el ritmo cadencioso del pincel, la perfección de las formas y no creo existan diferencias entre la armoniosa sucesión de jugadas en una partida de ajedrez; apertura, medio juego, finales y el trayecto a seguir para lograr un fino lienzo y tal vez por ello, Eneida Pérez ha podido descollar con éxito tanto en la pintura como en el llamado juego ciencia.

Al escribir de Eneida y de su inconmensurable legado, resulta imposible no pensar o establecer analogías con Frida Kahlo y Judit Polgar; tal vez los grandes referentes en el ámbito femenino de la mujer pintora y la ajedrecista, quizás en ellas, por algún momento se fijó Eneida, pues si bien su modestia la distingue con creces, sus resultados hablan a las claras de su grandeza.

El legado

Viajando en el tiempo, podríamos llegar hasta el año 1988; para ese entonces, Eneida lograba el que tal vez sea el hito más importante de su carrera, cuando en Tesalónica, Grecia, durante la Olimpiada Mundial de Ajedrez, obtuvo 11,5 puntos de 14 posibles, ubicándose en el puesto cuatro dentro de los primeros tableros del orbe.

Desde ese instante su ascenso fue indetenible y entre sus 9 participaciones en Olimpiada Mundiales, destaca también su desempeño en la justa de 2002, efectuada en Eslovenia, certamen donde pudo obtener el 50% de lo puntos. 

Un largo reinado

Su hegemonía a nivel nacional fue total, siendo la primera Maestra FIDE en Dominicana y la principal figura del mundo de los trebejos desde mediados de la década de los 80 y comienzos de los 2000; ostentado por 35 años el mejor rating ELO del país.

Luego de ganar cuatro Campeonatos Nacionales de forma consecutiva ( 8 en total), Eneida Pérez, decide partir a Europa, resaltando en importantes torneos en Francia y Alemania; como Torneo Clasificatorio de Westfalia y el Campeonato Nacional Alemán.

Merecido homenaje

A su labor profesional, Eneida ha añadido el fomento de proyectos de gran calado social, en barrios de Santo Domingo, con los que pretende insertar a los niños en la sana práctica del deporte.

Si algo faltaba para rendirle un merecido homenaje a esta quisqueyana de pura cepa, era su inclusión en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, sin dudas la mejor manera de reconocer su excelsa impronta a lo largo de estos años.