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Siempre se hablará, que, si esta fue la mejor edición o aquella otra, que quedamos a deber en este o aquel deporte, que pudimos ganar allí, que falto enfoque o motivación, que esto y lo otro y aquello; lo cierto es que se hablará por días, semanas e incluso cuando el próximo 20 de octubre den inicio los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, todavía se estará comentando de lo ocurrido en estos Juegos Centroamericanos.

Será así, tal como lo lee, pero sopesando criterios más o menos superfluos, teorías veraces o carentes de sentido, la realidad nos muestra que por espacio de quince días, todos los amantes de la actividad atlética estuvimos atentos a lo que acontecía en San Salvador, la urbe que por tercera vez en la historia acogió el magno evento regional.

El contexto

Desde el pasado 23 de junio y hasta este 8 de julio, más de 5000 deportistas de 35 países se dieron cita en territorio centroamericano para dirimir las acciones correspondientes a cada una de sus disciplinas y República Dominicana no fue la excepción.

Quisqueya toda vibró con cada medalla alcanzada por nuestros atletas y es que jornada tras jornada, la comitiva criolla siempre fue protagonista de notables hazañas y actuaciones memorables que quedarán guardadas para siempre en la memorabilia popular.

Las pesas, el boxeo, el judo, el atletismo, la gimnasia, el taekwondo, el karate y hasta el canotaje, a última hora aportó la primera presea dorada de su historia en este tipo de certámenes, para júbilo de todos los dominicanos.

Luces y sombras

Hubo deudas; medallas de oro que eran casi al seguro y no se lograron, como la de Crismery Santana, Yamilet Peña, Miguelina Hernández, Medickson del Orbe y el relevo 4×400 femenino, por solo citar o también esos otros metales dorados que se nos fueron a último minuto, como en el balonmano masculino o en el canotaje, con ese cierre brutal de Alexander Concepción en el k-200 m, separado por 0,19 milésimas del primer lugar; esto es real, pero de ahí a hablar de fracaso el trecho es bien largo.

Eso sí, las expectativas eran inmensas, pues con 480 deportistas, Dominicana irrumpió en estos Centroamericanos con la delegación más numerosa de todos lo tiempos y al menos en perspectiva la idea era emular las 132 medallas alcanzadas precisamente en San Salvador, allá por 2002, pero no, con 111 preseas se superaron las 107 de Barranquilla 2018, igualando la cantidad de oro con 25 y el quinto lugar alcanzado en la ciudad colombiana.

¿Fracaso?

Hasta cierto punto podrían haber razones para estar inconformes o desilusionados y hasta pensar de que sí, que fue un fracaso, no obstante cuando uno ve que potencias tradicionales como Cuba siguen cediendo espacios, incluso de deportes como el boxeo, que países como México y Colombia marchan con esa fuerza atronadora, que a pesar de los problemas de infraestructura, de patrocinio, de condiciones básicas para entrenar, nuestros deportistas van y ganan siquiera un bronce…¿ que más decir?

En un contexto donde se acentúa con fuerza la mercantilización del deporte, donde los gobiernos invierten millones y millones en estadios, academias y las instituciones básicas para fomentar el desarrollo de sus atletas; en un contexto así, que Dominicana haya ganado más de 100 medallas, de 25 de oro, en un contexto así, creo que se impone mirar los hechos con otro cariz…¿usted qué cree?