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Uno solo puede sentir admiración al percibir tanta destreza; el toque preciso, el alto nivel de concentración, la justa medida para todo y en ese 2003, con apenas 23 años, Xue Wu comenzó de la mejor manera su camino en la arena internacional.
En ese momento, comenzando el siglo XXI, en el año que pudo ser un año cualquiera para la mayoría, fue el año grande del deporte dominicano, justo cuando Santo Domingo acogió una nueva edición de los Juegos Panamericanos.
También fue el año de Xue Wu
Fue el año en que las chicas del voleibol vencieron a Cuba en una final de infarto para conquistar una histórica medalla de oro; también fue el año en el que Juana Arrendel eclipsó los estigmas del dopaje y se llevó el metal dorado en salto de altura. Tal vez, con menos prominencia, ese año 2003 fue cuando Xue Wu debutó en el tenis de mesa, sentando en ese entonces las bases de los excelentes resultados que llegarían con posterioridad.
Wu había nacido en China, pero fue nacionalizada meses antes de arrancar los Juegos y en la justa logró alcanzar una medalla de plata y otra de bronce en individual, además de sumar un bronce por equipos, específicamente en la modalidad de dobles.
El ascenso
Desde ese entonces, su evolución sería imparable y cuatro años después en los Panamericanos de Río de Janeiro repetiría en el podio con una presea de plata.
Tiempo después, ya con 31 años, en la cúspide de su carrera, Xue Wu toca la gloria en Guadalajara, al obtener una medalla de oro y otra de plata en lo individual.
De igual manera, ya siendo todo un referente continental, la atleta impondría su sello en Juegos Centroamericanos y del Caribe, sumando 8 medallas a su impresionante palmarés; en particular en los certámenes de 2006 y 2010, efectuados en Cartagena de Indias, Colombia y en Mayagüez, Puerto Rico.
El aval
Fueron 22 las medallas obtenidas por Xue Wu en lides regionales, descollando como una de las principales figuras del tenis de mesa en América Latina, resaltando además su relevante actuación en torneos de nivel efectuados en España.
Casi veinte años después de su debut en aquel año 2003, ya pocos hacen mella en su condición de nacionalizada, no, hay que hablar de una inmortal del deporte dominicano, mujer excepcional que ha representado con decoro y gallardía a la tierra de Juan Pablo Duarte.
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